martes, 1 de enero de 2008

La farola

Un hombre volvía de madrugada a casa después de trabajar. En una calle cercana se encontró a otro hombre con evidentes signos de estar borracho que estaba buscando algo junto a la única farola que permanecía encendida en toda la calle. Parecía nervioso, por lo que nuestro hombre se acercó a él y le preguntó si le podía ayudar en algo.

- He perdido las llaves de mi casa y no las encuentro -farfulló-, ¿podría usted ayudarme? Es que estoy un poco bebido, ya sabe...

Se compadeció de él y se pusieron a buscar. Como no estaba borracho, nuestro hombre conservaba todas sus facultades sensoriales, peros sobre todo las cognitivas, y se dio rápidamente cuenta de que las llaves no estaban allí. Ni remotamente cerca. De forma que le preguntó al borracho de si estaba seguro de haberlas perdido allí, porque él no las veía.

- Ah, no, no las he perdido aquí, las he perdido allí - contestó el borracho señalando un punto lejano de la calle que permanecía a oscuras.
- Perdone, si las ha perdido allí, ¿se puede saber qué hace buscándolas aquí? - interpeló entre sorprendido e indignado.
- Bueno, es qe aquí es donde hay luz...

A veces no sólo es necesario saber lo que se busca, además tenemos que arriesgarnos a lo incierto, lo que no es seguro, en este caso, oscuro. "La locura no es hacer cosas alocadas, sino hacer siempre la misma cosa esperando obtener resultados diferentes". Y yo añadiría, "y que nos satisfagan instantáneamente".