viernes, 4 de enero de 2008

Saber lo que busco

Las navidades dan, sobre todo, para poder ver a familiares que ves poco durante el año. Yo me encontré, entre otros, con un primo político que veo muy poco, al que admiro profundamente ya que ha montado una empresa de reparación y mantenimiento de maquinaria industrial.
Sabía que le iba muy bien, que trabajaba en fabricas de varios paises y que tenía contratados algunos empleados (comenzó él solo, como autónomo)
Me dijo que tenía un comienzo de año muy duro, ya que tenía que contratar a 10 trabajadores más, con lo que serían unos 22 en la empresa. Me maravillé, ¡qué capacidad de trabajo y de emprender! se lo dije, y claro, la empresa deberá ir de fabula, porque con tantos trabajadores no le deben faltar ingresos.
Pero me aseguró que no, resulta que cuando tienes más de cinco trabajadores dejas de ganar dinero de forma exponencial, y que lo único que crecen son las responsabilidades y los dolores de cabeza. Pero no podía renunciar y se veía obligado a realizar estas contrataciones, puesto que si no contrataba a esta gente, las empresas para las que trabajaba buscarían a otras empresas y la suya peligraría. Reconoció que la sensación que tenía era un poco de haberse metido en una ratonera.
A mi esta conversación me dio mucho que pensar, y me acordé de un cuento que había leído una vez, y que por serendipia me encontré en forum de psicólogos.


Un industrial rico y emprendedor se horrorizó cuando vio a un pescador tranquilamente recostado en su barca contemplando el mar y fumando su pipa después de haber vendido el pescado.

¿Por qué no has salido a pescar?- le preguntó el hombre emprendedor.

Porque ya he pescado bastante por hoy- le respondió el apacible pescador.

¿Por qué no pescas más de lo que necesitas?- insistió el industrial.

¿Y qué iba a hacer con ello?- preguntó a su vez el pescador.

Ganarías más dinero- fue la respuesta- y podrías poner un motor nuevo y hacer más potente tu barca. Así podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces.

Ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nailon, con lo que obtendrás más peces y más dinero. Pronto ganarás para tener dos barcas… y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico y poderoso como yo.

¿Y qué haría entonces?- preguntó de nuevo el pescador.

Podrías sentarte y disfrutar de la vida- respondió el hombre emprendedor.

¿Y qué crees que hago ahora?- contestó el apacible pescador.


Anthony de Mello