jueves, 30 de octubre de 2008

Fuerza de Voluntad

Hace años me llamaron de una cadena de radio para que participase en un programa sobre "la fuerza de voluntad". También acudirían al programa dos deportistas paralímpicos que explicarían cómo habían afrontado ellos sus lesiones medulares y cómo habían aprendido a enfrentarse a sus limitaciones.
La verdad es que este tema es recurrente, cotidiano y todos hacemos referencia a él varias veces al día, pero nunca me había parado a pensar en él. Lo que más temía era el momento en que la periodista me hiciese la pregunta "¿qué es la fuerza de voluntad?", no quería soltar una perogrullada, pero al final, después de mucho cavilar y leer, llegué a la conclusión que "es la capacidad de esfuerzo que tenemos para afrontar situaciones que no nos motivan". Y me quedé tan ancho.
Todo el programa giró sobre cómo conseguir tener más fuerza de voluntad, sobre todo en el caso de los niños, incluso un par de madres llamaron para pedir consejo, cosa que me realizó como psicólogo, ya que durante unos segundos me sentí como Frasier. Me sentí satisfecho con las respuestas que di, no sé si las oyentes (siempre llaman las madres, los padres estarían más ocupados en cosas que debían ser infinitamente más importantes que sus propios hijos) se debieron sentir igualmente satisfechas.
Como ya dije en alguna entrada muy anterior, creo que la acción lleva a la motivación y no al revés. Si uno espera que la motivación le llegue para empezar a hacer alguna cosa, se le pueden pudrir las raices de tanto esperar. Es como la inspiración en el caso de los artistas. Picasso decía que "la inspiración es algo muy necesario en la obra de un artista, pero yo procuro que cuando me llega me pille trabajando" (más o menos).
Si tenemos en cuenta otro pequeño factor como es el aumento de la intolerancia a la frustración, tendremos un cuadro completo de por qué un niño no se mueve, no se arriesga y en definitiva, no se motiva.
Por tanto si deseamos que alguien tenga más fuerza de voluntad, lo primero que deberemos hacer es no acomodarlo, sino todo lo contrario, de manera que sea más consciente de su propio malestar. Esto le molestará, y una persona molesta es una persona con más capacidad para pensar y para iniciar acciones (puesto que desea salir de esa situación desagradable). Desde luego no podemos esperar que las primeras acciones sean las más adecuadas, pero si se le facilita que siga pensando dentro de su incomodidad, al final acabará tomando decisiones y aceptando las consecuencias. Os prometo que no es una quimera, es cierto.
Por cierto, los deportistas explicaron que lo que les hizo salir adelante después del trago de las lesiones medulares que habían sufrido fue tener contacto con gente que no les compadeció continuamente y que les obligó a explorar nuevos límites personales. Una opción es creer que ellos tenían una genética especial. Yo prefiero creer que muchos no han descubierto todavía que la tienen, y por eso no la aprovechan.