lunes, 6 de octubre de 2008

Toma de decisiones

Este es un tema estrella en psicoterapia. "Necesito tomar una decisión y no puedo", "Soy muy indecisa (insegura, tímida, dubitativa, y un largo etc de sinónimos). Creo que en cada proceso de terapia subyace esta cuestión.
Pero un primer punto a tener en cuenta es que por lo general no tenemos problemas con la decisión en sí misma, sino con las consecuencias que ella conlleva (generalmente las negativas, las positivas solemos obviarlas). Ya hablé en una ocasión que es imposible no decidir, y que en caso de decidirse por la opción de "no decidir", eso no nos desresponsabiliza de las consecuencias.
¿Cual es el problema más habitual con las decisiones? Que siempre nos quedamos atrapados en aquellas que valoramos de manera indecisamente obsesiva. Queremos tomar una decisión tajante, de tipo binario, clara y concreta en una situación de incertidumbre, sin consecuencias negativas que nos hagan sentir mal O lo que es lo mismo, un imposible.
Para ello acudamos a Hollywood. Pensemos en el protagonista de una película americana. Tiene que tomar una decisión difícil, y le cuesta. La escena comienza cuando se despierta después de una noche de sueño agitado. Desayuna cualquier cosa, se viste con cualquier cosa (pero aún así es atractivo, porque sufre) y sale a la calle. El día esta nublado, con nubes grises que oprimen. Cabizbajo comienza a deambular por la calle como un personaje de novela de Paul Auster. En los primeros planos que nos ofrecen de su cara se puede adivinar la agitación interior, cruza las calles sin mirar y casi le atropellan, habla sólo en voz bajo, musitando, con la mirada perdida... Pero, después de un buen rato llega a una plaza. A medida que se acerca al centro de la misma se va hirguiendo, y cuando casi a llegado al medio se para. Levanta la mirada al cielo, y entre las nubes se abre un espacio por el que se precipita un rayo de luz que le ilumina. Su cara cambia, demuestra seguridad, y levantando el mentón cierra un poco los ojos, expresando satisfacción personal. En ese momento nosotros sabemos que ha decidido. ¡Pero eso es cine! Nadie hace esto. Sino haced la prueba. ¿Recuerdas el minuto exacto en que decidiste casarte? ¿O de cualquier otra decisión?, creo que no.
Las buenas decisiones se toman desde la experiencia y desde la acumulación significativa de datos. Vamos valorando poco a poco, sin demasiada prisa, acumulando pros y contras, asumiendo riesgos y tirando de todo tipo de informaciones complementarias, y vamos notando como cada vez nos aproximamos un poco más a lo que decidiremos. Entonces, cuando hemos rebasado el margen de seguridad que tenemos, decidimos.
Estadísticamente este margen de seguridad se denomina "margen de confianza".
Creo que el único truco es asumir que nunca estaremos del todo seguros en nuestras decisiones. Lo que nos diferencia es que uno lo asumen y otros no pueden hacerlo.