martes, 27 de octubre de 2009

Pasivo-agresiva

- Te juro que no sé cómo lo hace pero me saca de mis casillas. El problema es que no tengo argumentos consistentes para defender mi actitud, ya que no es lo que hace sino como lo hace, pero sobre todo como me hace sentir.
- Como todo el mundo.
- No, no, no es como tirar la piedra y esconder la mano. Parece una persona dulce, amistosa, colaboradora, pero cuando intentas hacer algo se muestra monolítica, no soy capaz de moverla.
- ¿Pasivo-agresiva?
- No sé qué significa esa palabra, pero tengo la sensación que se ajusta muy bien a ella.
- ¿Cómo te hace sentir ella?
- Impotente y castigada. Es como intentar mover una roca inmensa y cuando te rindes a la evidencia de que no puedes moverla sentir que has defraudado a esa misma roca. Como una mezcla de rabia y culpa.
- Es pasivo agresiva.
- Vale. ¿Y eso qué significa? Siempre me recuerdas que no soy psicóloga.
- Básicamente significa que se aprovecha de tu propia energía para manipularte. Consigue que seas tú quien se proponga ayudarla sin que ella haya dicho ni pedido nada, porque ella no sólo no te ayudará a ayudarla, si puede te boicoteará.
- Joder, esta tía esta muy mal.
- Seguramente. Pero tú estás peor.
- ¡Venga ya! no puedes decirme eso, y menos de esa manera, tan a saco.
- Poder lo que se dice poder, puedo. Es más, debo. Mira, espera un momento, si te fijas es ella la que te ha pescado a ti. Quien lo está pasando mal eres tú. Quien viene a explicármelo eres tú, no ella.
- ¿Intentas decirme que no debería hablar de ella en mi espacio de terapia?
- No... intento decir que deberías utilizar tu espacio de terapia para cambiar las cosas, no para quejarte de las cosas.
- Pero, ¿cómo cambio a alguien que no quiere cambiar?
- Bueno, parece una buena paradoja. ¿Lo es?, veo que sí. Tal vez la respuesta la encuentres con está pregunta, ¿Quién tiene la necesidad de cambio?
- Ella. La expreso yo, pero estoy segura que la tiene ella.
- Entonces la mejor alternativa es hacerle consciente de su paradoja, hacerla consciente de su propia incomodidad, ya que si sigues haciendo ruido no se dará cuenta.