sábado, 10 de julio de 2010

Narcisista consentido (pero no consentidor)


Dentro de los trastornos de personalidad narcisistas hay un pequeño subgrupo que resulta muy molesto para la mayoría de los mortales y destructivo para aquellos que caen en sus garras. Podemos llamarlos de muchas maneras, infantiles, consentidos, pasivo-agresivos, tocadores de cojones, etc. Pero no encuentro una etiqueta que los defina del todo. Si alguien tiene ideas, se aceptan.
Nunca están de acuerdo con nada. Tienen una opinión propia para todo, para cualquier tema, para cualquier situación, una opinión variable y en la mayoría de ocasiones contradictoria, pero su vasculación es en función de las opiniones de los demás, pero siempre de forma reactiva y arrogante. Se quejan de todo, y la responsabilidad, no, la culpa de sus males y de su sufrimiento la tienen siempre los demás, desde el núcleo de íntimos hasta los poderes sociales. No tienen ningún problema en boicotear tratamientos, proyectos, ilusiones y por supuesto, faltará más, no tendrán ningún reparo en boicotear, socavar y arruinar matrimonios y familias, con el agravante de que hará sentir la culpa del fracaso a la pareja que vive confundida con sus vaivenes y a los hijos, que nunca hacen nada acertado y él tiene que sufrirlo.
En el fondo, si buscamos una imagen para identificarlos, sería la de un niño de pocos meses de edad, que cuando no quiere comer la papilla que sus padres le han preparado la escupen, pero no de cualquier manera, sino girando el cuello y dispersando el contenido de su boca a todas las direcciones posibles, que así seguro que algo importante manchará.
No tienen cura. No hay terapia en la actualidad que cambie a estos individuos. Lo único que se puede hacer es salvar a los que viven a su alrededor y que no tienen alas para vivir sus propios proyectos, y que ha perdido las ganas de luchar por ellos porque cree que su deber es satisfacer a su pareja infantil. Lo increíble es que estas parejas han visto la inseguridad del narciso, y se sienten responsables de hacerlo crecer, olvidándose que ellas son la persona verdaderamente más importante de sus vidas.