martes, 3 de agosto de 2010

Empresas familiares

La lógica nos indica que cuando dos conceptos se fusionan debería producirse un trasvase de aquellos aspectos positivos que caracterizan a cada uno. Lo cierto es que en la mayoría de los casos es así, pero siempre quedan aquellas "excepciones que confirman la regla", y uno de los ejemplos más representativos es el de las empresas o negocios familiares.
Uno cree, de manera arbitraria, que al ser una familia que trabaja unida, funcionará de manera sana y coherente como empresa, y seguro que hay algunas por ahí que hasta hacen anuncios por tv, pero la mayoría no.
Ni de coña. La mayoría son un berenjenal en el que los empleados sólo perciben confusión e intertidumbre, ya que los miembros de la familia (propietarios) se rigen por criterios de sanguneidad en el trabajo (criterios que los trabajadores no tienen porqué entender y mucho menos compartir) y si los pudiesemos ver por un agujerito, en casa se comportan según los criterios empresariales. Puede parecer increíble, pero lo hacen al revés.
Lo más difícil de entender para aquellos que trabajan en estas empresas es la comunicación patológica que se establece entre los diferentes miembros de la familia-directiva.
La comunicación se basa en las alianzas patológicas entre los miembros, muy parecidas a la comunicación que establecen entre sí los grupos de niños y niñas de entre 2 y 9 años.No son díficiles de explicar, pero ocupan mucho espacio. Se basa sobre todo en triangulaciones manipulativas, el establecimiento de pautas de secretos y la confusión como estrategia de desinformación.
¿Todo esto para qué? Para conservar aquellas posiciones de poder, a menudo inestables y raquíticas que fagocitan los recursos de la empresa. De esta manera se consigue suficiente munición para culpar de las desgracias de la empresa al resto de miembros de la familia, o en caso extremo, a los contratados, que no saben cómo deben comportarse según los patrones de una familia que no es suya.
¿Soluciones? Pocas. En casi todos los casos pasan por el reconocimiento de la propia incapaz de todos para gestionar la situación. Después tiene que venir un nuevo grupo de gente, que no esté contaminado de toda la porquería acumulada durante años y que no sea partícipe de ninguna de las partes contendientes, para generar una nueva dinámica que dé nuevas posibilidades y una gestión eficiente.
¿Por qué? Muy sencillo, si no formas parte de la solución, formas parte del problema.