martes, 4 de enero de 2011

Triangulación manipulativa (y cómo destriangulizar)


En las relaciones emocionales los triángulos siempre comportan problemas, generan sufrimiento emocional y enquistamiento a largo plazo. De una manera u otra todos los vértices del triángulo sufren (otra cosa es que lo reconozcan abiertamente) y todos tienen la convicción de que si abandonan el triángulo perderán mucho, y que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.
Esta metáfora dignóstica se puede aplicar a muchas relaciones, por ejemplo un hijo que se inmiscuye en la relación de los padres, o los padres que se inmiscuyen en las relaciones de los hijos, incluso se puede aplicar a muchos escenarios de psicología social, sobre todo en el mundo de la empresa, pero sobre todo se puede aplicar a las relaciones de pareja, en aquellos casos en que hay una infidelidad y todos se conocen.
Se trata de una relación triangulada que se mantiene estable en el tiempo. Pero, ¿qué hace que sea estable? El equilibrio de las tensiones internas.
La situación más habitual es aquella en que los cónyugues mantienen una relación de ambivalencia, no se separan ni se implican en la relación, y ambos lo saben aunque no lo expliciten, y los amantes igual, esperando que el cónyugue abandone la relación pero siempre hay excusas (nunca motivos) para que eso ocurra. La trampa se da cuando el/la amante y el/la cónyugue engañado/a se conocen y se detestan por lo que el otro es, por lo que el otro implica de pérdda en su vida. Pasan a ver al otro como un adversario, ambos compiten por el amor de un tercero que es quien tiene todo el poder de dar o quitar, a su entera voluntad.
Por supuesto el gran beneficiado es el cónyugue infiel que mantiene dos relaciones a la vez, no está del todo cómodo, pero tampoco está del todo incómodo, porque sobre todo, los otros vértices del triángulo están peor que él/ella.
Cuando alguno de los vértices decide iniciar un proceso de terapia para dejar de sufrir en esta situación (por supuesto es más frecuente en el caso de los vértices incómodos) el custionamiento de la situación enquistada provoca el hundimiento de esta estructura tringular.
En el fondo el problema es que hay dos personas engañadas, "cornudas", que son las que están más incómodas por la ambivalencia emocional de una tercera. Siempre les pregunté en terapia qué pasaría si se hiciesen amigas, si dejasen de verse como enemigas. La idea no era bien recibida, pero siempre les daba qué pensar.
Pero la realidad siempre es mejor que aquello que podamos imaginar y suponer, y he conocido casos en los que los dos vértices engañados se conocieron mejor, y se enamoraron. Por supuesto esto provocó mucha incomodidad en el engañador.
Pero según me dijeron, esas dos personas comieron perdices!!!