lunes, 21 de marzo de 2011

Terapia de pareja

Una relación de pareja la componen tres elementos: cada miembro de la pareja y la propia pareja en sí misma. Si tomamos un papel, dibujamos un triángulo equilatero y situamos cada uno de estos elementos en un vértice, tendremos una guía fácil para representar los conflictos que se pueden dar en la pareja. Si Él está bien consigo mismo y Ella está bien consigo misma, lo más probable es que la pareja esté bien (o no es una pareja). Si uno de los dos está bien y el otro está mal, la pareja no puede estar bien. Y si los dos están mal es imposible que la pareja esté bien.
La situación que más sufrimiento genera suele ser la intermedia, en la que un miembro está bien y el otro está mal, sobre todo si la persona sufriente (que suele ser ella) es consciente de su malestar y es consciente, para colmo, de que existe un problema de pareja.
¿Qué suele ocurrir en estas situaciones? Pues que se inicia una lucha soterrada en la relación, en la que una (insisto, por mayoría) se empeña en hacer consciente al otro de los problemas y el otro se empeña en acusar a una de que ve problemas que no existen y que el problema real lo tiene ella.
- Yo veo que tenemos un problema de pareja pero él no, y no quiere hacer terapia. ¿Qué puedo hacer si él no quiere cambiar?
- Puedes hacer muchas cosas, las opciones son múltiples, pero básicamente te puedes mover entre la conformidad y el cambio.
- Pero si es un problema de pareja no es justo que lo asuma yo sola.
- No. Tienes toda la razón. Pero tampoco es justo que rehuyas la responsabilidad que tienes sobre vivir tu propia vida.
- Ya, pero no me parece justo.
- Digamos que la realidad no entiende de justicia o de injusticia, más bien entiende de equilibrio y desequilibrio.
- ¿Estás insinuando que estoy desequilibrada?
- Estoy afirmando que estás incómoda. Y en ese estado no puedes promover cambios en alguien que está cómodo.
- ¿Te refieres a mi pareja?
- ¿A quién si no?
- Entonces, yo estoy incómoda y él cómodo... ¿Cómo consigo incomodarle para que vea el problema?
- Hay que acomodar al incómodo para incomodar al cómodo. Una vez en estado de incomodidad tendrá más ganas de cambiar cosas.
- Esa sí que es mi responsabilidad.