lunes, 2 de mayo de 2011

Una tarde en el teatro...

Para que os situéis es domingo por la tarde y asistimos a una representación en el teatro. Es una obra de éxito, una comedia musical, y todos reimos a carcajadas las bromas representadas. ¿Todos? No. A pocos asientos de donde estamos tú y yo hay un hombre que no se rie. Es más, está serio y parece abstraído.
¿Será que la obra no le hace gracia? Es imposible que no llame nuestra atención, nosotros somos psicólogos, queremos entender el comportamiento humano, y ahora, obviamente, queremos enteder este supuesto cisne negro.
Pero tenemos un pequeño conflicto, no queremos perdernos la obra, por lo que decidimos turnarnos en dirigir alguna miradas fugaces de tanto en tanto. Comenzamos a acumular datos, información y contrastamos la hipótesis inicial: No parece ser un caso de seriedad, parece más de abstracción ¿o será distracción?
Topamos con el problema de la falta de luz para acumular más datos, así que acordamos que durante el descanso haremos un pequeño trabajo de campo y nos decidimos a dejarnos llevar por la hilaridad de la obra.
Cuando llega el descanso se levanta con aire satisfecho ¿Abstracción - satisfacción? Y sale. Nosotros nos quedamos hablando de lo bien que nos lo hemos pasado, comentamos las mejores bromas. En un minuto nos olvidamos de este personaje. Es lo malo que tiene disfrutar de la vida a pequeños a sorbos, puedes acabar perdiendo el interés por entenderla.
Cuando la obra se reinicia, echamos alguna mirada furtiva a nuestro cisne negro, pero será mejor dejarnos llevar por la satisfacción de disfrutar de nuestra compañía. Aún así, no podemos evitar notar que vuelve a estar serio. Aparquémoslo, luego, al final de la obra, si podemos, averiguaremos de qué se trata si se nos brinda una oportunidad.
Y llega. Y volvemos a constatar que las respuestas suelen ser más obvias, más evidentes que todas las enrevesadas suposiciones que podamos elaborar. Lleva auriculares. Simplemente la obra no le interesa. Evidentemente, es domingo por la tarde y estaba escuchando la retransmisión del partido de su equipo.
Mientras centenares de personas nos dedicamos a recrearnos con deleite del recuerdo de lo que hemos vivido, su pareja descubre que el único tema de conversación que puede mantener con él es sobre el resultado de su equipo.
- Nos han empatado al final. Pero no te preocupes, la liga es nuestra. Esos cabrones no nos la pueden arrebatar.
- Ya. - Contesta ella, como distraída.
Ahora ya estamos solos tú y yo. Hemos decidido irnos a cenar, para hablar de los muchos temas interesantes que podemos generar, pero sobre todo hablaremos del espectáculo que acabamos de contemplar. Y, en algún momento deberemos abordar el necesario cambio de diagnóstico del individuo en cuestión. No es un cisne negro.
Es un pollo oscuro. O tal vez, obtuso.