miércoles, 21 de septiembre de 2011

Generosidad

Estamos hoy reunidos para despedirnos de XXXX. Posiblemente yo sea la persona, de entre los presentes, que hace más tiempo que la conoce. Somos pocos en esta despedida, cosa que nos ha de extrañar teniedo en cuenta la generosidad de quien nos despedimos.
Si hay una característica que podemos reconocerle todos, es la generosidad.
Yo puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que se trata de la persona más generosa que he conocido. Su principal objetivo era compartir. Quería repartir aquello que poseía, aquello que más preciaba, y lo intentaba a todas horas, en cualquier momento.
Puedo ver como afirmáis con la cabeza mientras digo estas palabras, todos hemos tenido momentos de saturación, cuando llegaba el punto en que no podíamos aceptar más regalos de ella, cuando nos sentíamos saturados por sus ofrendas. En esos momentos ella se molestaba. Se sentía dolida. No podía entender que nosotros queríamos que guardase algo para ella, para poder aprender, para poder seguir creciendo. Pero no.
Ella quería compartir.
Algunos se cansaron de recibir. Se cansaron de no poder compartir con ella.
Hoy somos pocos y faltan rostros que conocí a su lado. Pero hay que decir que ella provenía de una familia así, basada en la generosidad. Sin ir más lejos su madre fue así. Ella se quejaba de lo mismo, que su madre regalaba en exceso. Curiosamente acabó haciendo lo mismo que ella.
Muchos dirán que el exceso de generosidad no le fue bien en la vida, que le impidió vivir más. Yo diré que no fue la generosidad lo que le hizo mal, lo que le hizo daño fue que se equivocaba en lo que compartía.
Tal vez a toro pasado es más fácil de juzgar, pero estoy seguro que hoy seríamos más aquí y ella hubiera sido más feliz en vida si hubiese sido generosa en aspectos positivos. No en vano fue generosa en quejas, en dolores, en lástimas y en angustias. Y no todos los que la conocimos estuvimos dispuestos a ser su cubo de vómitos...