martes, 15 de mayo de 2012

Perdonar - Olvidar - Recordar


“Perdono, pero no olvido”

Cuatro palabras solamente, pero se puede inferir mucho de quien las pronuncia. En primer lugar podemos ver que se trata de una doble afirmación paradójica, en la que la primera afirmación queda condicionada (y hasta anulada) por la segunda.
Dicen que todo lo que va después de un “pero” anula lo que se ha pronunciado antes, por lo que estaremos de acuerdo en que lo importante no es que nos esté perdonando, lo importante es que no olvida. Y quien no olvida, recuerda, vamos que siempre va a tener presente el agravio que le hayamos podido cometer… o que cree que le hemos podido cometer.
Y esta es la otra paradoja que hay en la frase, una de tipo intrínseco al significado de la frase, ya que el olvido no es algo que se pueda conseguir de manera intencional. El olvido llega solo, no podemos olvidar conscientemente, no podemos provocarnos el olvido de la misma manera que no podemos provocarnos el suelo, el hambre o el deseo; el olvido llega después de un ejercicio voluntario, no de olvidar sino de disfrutar de otras cosas. Y cuando hay muchas cosas que disfrutar, y por tanto que recordar, no queda espacio en nuestra memoria a medio plazo para recordar agravios improductivos. Por tanto, cuando alguien pronuncia esta frase hemos de concluir que por mucho que nos esforcemos en el futuro por compensar nuestra culpa, nunca llegaremos a resarcirla, y siempre estaremos sujetos a la deuda impuesta.
Por tanto, alguien que se vanagloria de decir esto es alguien que, por lo general, se vanagloria de vivir en el rencor, y como ya sabemos, el rencor es la emoción más estúpida, ya que es como beberse un vaso de cianuro y esperar que se muera el otro.
Por tanto debería decir: “perdono, pero quiero recordar”

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