lunes, 30 de julio de 2012

El abogado del Diablo


- Yo lo único que hago aquí es plantearle preguntas por el bien de mi hija, hago de abogado del diablo.
- ¿Y cree que ejerce adecuadamente?
- Lo que no quiero es que ocurra lo de siempre, que ella se proponga hacer cambios en su vida,  que luego los deje a medias, fracase y acabe emocionalmente hundida y sin ganas de vivir, porque entonces es cuando tendremos que sufrir sus padres.
- Creo que le entiendo, pero no puedo pasar por alto que su mujer no dice nada y que su hija no para de llorar. ¿Por qué cree que llora tan desconsoladamente?
- No lo sé, supongo que no le gusta escuchar la verdad… eso debería decírmelo usted que es el psicólogo.
- Sí, yo tengo mis teorías al respecto pero, ¿sabe?, pero usted conoce a su hija desde hace 22 años y yo desde hace un mes. ¿Qué teoría cree que prefiere ella escuchar? ¿De quién cree que preferiría ella recibir apoyo?
- Desde luego que ella prefiere recibir el apoyo de sus padres antes que de un extraño.
- Estoy de acuerdo, y creo que ella también. La pregunta que me hago es si ella siente que tiene ese apoyo de sus padres, o mejor dicho, de usted, puesto que a la madre se lo prefiero preguntar luego…
- Ella sabe que puede contar con mi apoyo en todo lo que necesite.
- ¿Sí? Mire, su hija niega con la cabeza…
- No sé porqué lo hace, siempre la he apoyado.
- Perdona que le contradiga pero en este momento no parece que la esté apoyando mucho. La verdad es que intentar compaginar las ideas de abogado del diablo y apoyo se me hace difícil…
- ¿Por qué?
- El abogado del diablo defiende a su cliente, el diablo, no se preocupa para nada del sufrimiento de sus víctimas. Tiene muy claras sus prioridades.
- ¿Está diciendo que no quiero a mi hija?
- No. Estoy diciendo que no está apoyando a tu hija, y en este momento su hija le necesita. No apoyarla en los cambios que ella necesita hacer en su vida, como emanciparse, y reservar la ayuda para cuando fracase no me parece una opción acertada. El sufrimiento acumulado de esos fracasos que me dice hará mella cada vez más.
- Es que ha fracasado muchas veces.
- ¿Ella sola?
- ¡Pues claro! Es que es su vida…
- Sí, eso es cierto. ¿Cree que si hubiese recibido algo de ayuda habría triunfado?
- A nosotros no nos va a tener siempre… Tiene que acostumbrarse a conseguir las cosas por ella misma…
- Yo me refiero a recibir ayuda, no a que haga las cosas por ella.
- Yo no creo que tenga que darle esa ayuda. Yo salí solo, luchando.
- ¿Está satisfecho de lo que ha conseguido? No es por nada, pero su mujer también está llorando…
- Ya. Podría haber conseguido más cosas si me hubiesen ayudado…
- ¿Como su hija?
- ¡Está manipulando mis palabras!
- No es mi intención. Yo le estoy escuchando. Es usted quien ha dicho que es el abogado del diablo, no de su hija, es usted el que ha dicho que su hija tiene que salir sola, sin ayuda, pero que si usted hubiese recibido ayuda habría conseguido más cosas. Entiendo que eso es lo que hace sufrir a su mujer.
- ¿Y qué quiere que haga? ¿Cree que no hago las cosas con la mejor intención?
- Intento no entrar a valorar las intenciones, intento cuestionar las conductas, para poder promover cambios que alivien el sufrimiento de su hija, y desde este momento, creo que de toda su familia.
- ¿Y qué quiere que haga?
- Para empezar creo que esa pregunta debería contestarla su hija. – Mirando a la hija - ¿Qué cambio necesitas que haga tu padre?
- Necesito que cambie de cliente. Necesito que deje de ser el abogado del diablo y sea el mío – dijo, ya sin llorar.