lunes, 20 de agosto de 2012

Ascender al purgatorio...


                       “Cuando una gacela está herida siempre se le acercan las hienas, pero nunca para ayudarla” Hannibal, Thomas Harris

- Sí.
- Pues te he de decir que es una patraña. Me lo leí infinidad de veces y aunque yo me esmero en generar las condiciones para estar en el cielo, la gente a mi alrededor no hace más que aprovecharse de mí.
- Tal vez no has interpretado el cuento en su totalidad.
- ¿Cómo que no? Yo doy todo el rato, si ese cuento de mierda tuviese algo de real, los demás deberían hacer lo mismo conmigo, ¿no?
- Vamos a ver, te puedo contestar desde diferentes perspectivas. Puede ser que te estén dando y que tú no te des cuenta. Tal vez lo que te dan no es lo suficientemente valioso para ti…
- Lo pensé, pero no. Son todos una colla de egoístas.
- La otra opción es esa que tú comentas, pero es tu responsabilidad querer seguir tratando con esa “colla de egoístas”…
- Se supone que si yo soy de una manera el resto lo serán de la misma.
- En condiciones ideales sí, pero casi nunca se dan esas condiciones ideales.
- ¿Y qué hago entonces?
- Tomar una decisión. Puedes seguir alimentándolos o puedes decidir probar alternativas.
- ¿Qué quieres decir?
- En el cuento hablan del infierno y del cielo, pero hay, o había, un paso intermedio, el purgatorio. Tal vez deberías intentar optar a ascender al purgatorio como paso previo a construir tu propio cielo.
- ¿Cómo?
- Si en tu mesa no hay más que condenados por su egoísmo, sanguijuelas miserables que han aprendido a alimentarse de ti, podrías invitar a nuevos comensales a la mesa, ver si son diferentes, y en caso de que sean de tu gusto, reforzarlos a ellos y no reforzar a las sanguijuelas.
- ¿Y qué gano yo, invitando gente nueva?
- En primer lugar ganas posibilidades, de momento tu universo relacional es miserable. En segundo lugar, incomodaras a las sanguijuelas, y si los nuevos son de tu agrado, podrás quitarte de encima a quien no te interese.
- ¿Y todo lo que he invertido en ellos? ¿Cómo lo recupero?
- No lo harás. Nunca recuperarás toda la energía invertida en esos imbéciles.
- ¡Eso es injusto!
- Sí, ¿y?
- No debería ser así…
- Lo que tienes que decidir es cómo quieres vivir tu vida a partir de ahora. Si quieres algo diferente deberás entender todo esto como un aprendizaje, y los aprendizajes tienen un precio. Si no lo repites en el futuro, será energía bien invertida.
- ¿Por qué la gente buena no ha venido a rescatarme de estos egoístas?
- Seguramente lo han hecho, pero seguro que tú les has rechazado.
- ¿Yo?
- Seguro que ha habido gente que te ha querido avisar, ayudar, rescatar, pero que tú has vivido su presencia y sus intenciones como una molestia. Estabas muy ocupada intentando cambiar la naturaleza de tus comensales. Piénsalo con calma y verás como los encuentras.