lunes, 8 de octubre de 2012

En lo que tarda en cambiar un semáforo...

Fíjate en esa familia de cuatro miembros que hay en la acera de enfrente. Hagámoslo como pasatiempo, ¿vale? mientras esperamos que el semáforo cambie a verde...
El padre tendrá unos treinta años, la madre igual, el hijo mayor unos ocho y la pequeña tres o cuatro. La niña pequeña parece empeñada en empujar el carro de la mochila de su hermano menor. Ya sabes, a los niños les gusta enfrentarse a retos, aunque fracasen.
No te preocupes, el semáforo sólo tardará en cambiar de color unos dos minutos.
Mira, el padre está gritando enfadado al hijo mayor porque casi pasa con el semáforo en rojo. Cuando el hijo retrocede le grita que haga el favor de tener cuidado, y que sea él quien lleve el carro-mochila. Es destacable que, a pesar de los casi 20 metros de distancia y con el tráfico que nos separa, podamos oír lo que dice, ¿No te parece?
Observa como el hijo retrocede con mirada resignada. No mira a su padre. Sólo obedece. ¿Crees que el padre se ha ganado el respeto de su hijo o sólo su obediencia? Estoy completamente de acuerdo contigo, lo peor es que el tipo no se lo puede llegar a plantear esta diferencia...
El hijo va a coger el carro, pero su hermana pequeña se lo impide. Lo quiere llevar ella. Fíjate, juega a tener la edad y la fuerza de su hermano... ¿Porqué el padre grita a la niña? Sí, es verdad, parece que lo que le está diciendo es que haga el favor de hacerle caso, que está harto. Mira cono se resiste la niña. Ya no, es verdad, le ha dado un par de azotes en el culo. La niña llora. El padre la coge en brazos, aunque ella se resiste, pero sí, es una resistencia inútil...
Fíjate, el padre se está dando cuenta en este momento que todos los que estamos en treinta metros a la redonda estamos mirando la escena. Parece que le da vergüenza, supongo que por eso le hace carantoñas a la niña. Claro, claro, si yo fuese esa niña también le enviaría con viento fresco si me hace carantoñas después de azotarme injustamente. Sí, parece que no le ha gustado la actitud de la niña. Igual le vuelve a pegar...
¡Ah, no! La madre acude al rescate, parece que le está diciendo algo al padre...
¡Y el padre grita también a la madre! Sí, sí, es verdad, le ha dicho que haga el favor de estarse callada, que ya está harto de sus tonterías, que si hiciese las cosas bien no tendría que gritar él... 
La madre mira un punto infinito por encima de nuestras cabezas. 
Parece que este padre no se ha ganado el respeto de su hijo mayor, pero sí que se ha ganado la rabia de su hija pequeña y el desprecio de su mujer... ¡En sólo dos minutos! Tal vez lo más llamativo es que encima parece ofendido...
¿Por qué? Porque puede. Nadie, absolutamente nadie se lo impide...
Calla, calla, que nos vamos a cruzar con ellos y no querremos que el padre nos grite a nosotros, ¿Verdad? Si es capaz de tratar así a su familia, ¿Qué no hará con los extraños?
Tienes razón seguro que guarda lo mejor para los de fuera de casa, con su familia puede ser él mismo... o no sabe ser otra cosa, vete a saber.
Por cierto, ¿No eras tú quien me decía que no podía haber una versión en carne y hueso de Homer Simpson? Es verdad, es verdad, tienes razón una vez más, Homer tiene buen corazón... Este que acabamos de ver sólo se trata de un patán...