lunes, 8 de julio de 2013

Harry Quebert

"La violencia no es el camino, pero,
una ostia a tiempo te pone a andar"
Anónimo

"- Mire Marcus, sé exactamente qué tipo de persona es usted: un pequeño pretencioso de primera que piensa que Montclair es el centro del mundo. Un poco como los europeos pensaban serlo en la Edad Media, antes de coger un barco y descubrir que la mayoría de las civilizaciones más allá del océano estaban más desarrolladas que la suya, cosa que intentaron disimular a base de grandes masacres. Lo que quiero decir, Marcus, es que usted es un tipo sensacional, pero corre el peligro de apagarse si no espabila un poco. Sus textos son buenos, pero hay que revisarlo todo: es estilo, las frases, los conceptos, las ideas. Tiene que ponerse en cuestión y trabajar mucho más. Su problema es que no trabaja lo suficiente. Se contenta usted con muy poco, desgrana palabras sin elegirlas bien y eso se nota. Se cree usted un genio, ¿eh? Se equivoca. Su trabajo es una chapuza y en consecuencia no vale nada. Queda todo por hacer ¿me sigue?
- No mucho...
Estaba furioso: ¿cómo se atrevía, por muy Quebert que fuera? ¿Cómo se atrevía a dirigirse así a alguien a quien llamaban "el formidable"? Él prosiguió: 
- Le voy a dar un ejemplo muy sencillo. Es usted un buen boxeador. Sabe pelear. Es un hecho. Pero mírese, no se enfrenta más que a ese pobre tipo, ese delgaducho al que da usted más palos que a una estera con esa especie de autosatisfacción que me da ganas de vomitar. Sólo se enfrenta a él porque está seguro de dominarle. Eso hace de usted un débil, Marcus. Un cobardica. Un acojonado. Un don nadie, un arrastrado, un fanfarrón, un perdonavidas. Es usted una cortina de humo. ¡Demuestre coraje! El boxeo no miente. Subir a un ring es un medio muy fiable de saber lo que uno vale: o das una paliza o te la dan, pero no se puede mentir, ni a uno mismo, ni a los demás. Sin embargo, se las arregla usted siempre para escapar. Es lo que se dice un impostor. ¿Sabe por qué la revista ponía sus textos al final de la publicación? Porque eran malos. Así de simple. ¿Y por qué los de Reinhartz se llevaban todos los honores? Porque eran muy buenos. Eso podría haberlo animado a superarse, a trabajar un poco y crear un texto magnífico, pero era mucho más sencillo montar su pequeño golpe de Estado, borrar a Reinhartz y publicarse usted mismo en vez de ponerse en cuestión. Déjeme adivinar, Marcus, usted ha funcionado así toda su vida, ¿me equivocó?
Yo estaba loco de rabia, exclamé:
- ¡No sabe usted nada, Harry! ¡Yo era muy apreciado en el instituto! ¡Yo era el Formidable! 
- Pero mírese, Marcus, ¡no sabe usted caer! Tiene miedo al batacazo. Y por esa razón, si no cambia, se convertirá usted en un ser vacío y falto de interés.¿Cómo se puede vivir sin saber caer? ¡Mírese a la cara, por dios, y pregúntese  qué demonios hace en Burrows! ¡He leído su informe! ¡He hablado con Pergal! ¡Estaba a dos pasos de ponerlo de patitas en la calle, genio de pacotilla! Podría haber entrado en Harvard, Yale o en toda la maldita Poison Ivy si hubiera querido, pero no, tenía que venir aquí, porque el Señor Jesús le ha dotado de  par de cojones tan pequeños que no se atreve a enfrentarse a adversarios de verdad. También he llamado a Felton, he hablado con el director, ese pobre pardillo que me ha hablado del Formidable con lágrimas en su voz. Viniendo aquí, Marcus, usted sabía que sería ese personaje invencible que ha creado de abajo a arriba, ese personaje que, en realidad, no tiene armas para enfrentarse a la vida real. Aquí sabía, desde el principio, que no habría peligro de caer. Porque creo que ese es su problema: no se ha dado cuenta de la importancia de saber caer. Y eso es lo que provocará su fracaso, si no lo remedia"

"La verdad sobre el caso Harry Quebert" Joel Dicker, Editorial Alfaguara

Realmente necesitamos que, en ocasiones, nos agredan con la verdad, para que podamos reaccionar y crecer. Lástima que no todo el mundo tenga la habilidad de conseguir que el mensaje llegue superando todas las defensas y facilitando el cambio...