Esta afirmación puede parecer disparatada pero si os lo paráis a pensar podréis ver que es cierta. Y si aceptáis que es cierta se abrirá ante vosotros un infinito abanico de posibilidades.
Si soy las historias que he vivido tanto como protagonista, como secundario, como extra, como director, guionista, productor o espectador esto me convierte en alguien poliédrico. Así, reflejo la mirada de los demás en función de donde éstos la proyecten. Así, yo me responsabilizo de ser quien soy pero no me responsabilizo de cómo los demás me vean a mi, ya que ellos lo hacen desde su propia composición de historias.
Además, si yo estoy compuesto de enésimas historias de diferentes niveles de profundidad, tengo enésimas posibilidades de interacción y de análisis. Por tanto, puedo escoger desde qué historia, o mejor dicho, desde el aprendizaje que me proporcionó esa historia, me relaciono con mi realidad.
Un ejercicio interesante a realizar es tomar una libreta y escribir los adjetivos que creemos que nos caracterizan, tanto positivos como negativos. Escribir por qué lo creemos. ¿Y después? Escribamos aquellos adjetivos que creemos que no nos caracterizan en absoluto, y busquemos historias nuestras que sean la excepción, historias excepcionales. Recuérdalas y escríbelas con detalle.
Y al acabar el ejercicio puedes hacerte esta pregunta: si he sido esta persona en historias excepcionales, ¿no lo puedo ser en situaciones normales? ¿Por qué? ¿Qué persona quiero ser ahora que sé lo que puedo llegar a ser cuando no me propongo ser quien siempre soy?