Contextualicemos. Una pareja se conoce, se enamora (aunque hay algunas que no, pero eso es otra historia) y en la vivencia de la relación comienzan a perderse en un mar de prejuicios y expectativas, que hacen que la pareja se ancle entorno a un conflicto irresoluble, en el cual cada uno renuncia a ser importante para sí mismo y llega el hastío.
Hay parejas que se quedan en este punto, envejecen soportándose y punto. Pero hay otras, la mayoría, que no, y entran en crisis.
Pero las crisis son muy variadas en su forma, las más sanas son aquellas que se inician de forma conjunta y con interés de salvar o finiquitar la relación, pero hay un montón de ellas que se inician por interés egoísta, para dejar al otro/a en una huida del tipo "ahí te pudras".
El abandonado tiene dos opciones, o vegetar esperando que el otro/a vuelva (esto implica pensar la vida, no vivirla), o intentar reencontrarse y volver a vivir.
Aquellas y aquellos que lo consiguen se sienten muy bien, renacidos, con una nueva perspectiva de la vida después de haber atravesado el desierto de la angustia y haber reencontrado la alegría de vivir. Evidentemente esto suele conllevar una nueva relación de pareja que se vive en toda su intensidad.
A todo esto el abandonador/a no suele encontrarse a gusto (tal vez porque no sabía lo que buscaba) y al ver el cambio de su ex se apremia a intentar volver a iniciar la relación, puesto que ve aquella luz que una vez le enamoró, pero ahora él/ella ya no brillan, por lo que lo más probable es que se convierta en una especie de parásito que vuelva a hundir al "brillante".
Una de las películas que mejor explica este fenómeno es French Kiss, comedia de Lawrance Kasdan, donde Meg Ryan viaja a Francia para que su ex vuelva con ella pero se acaba descubriendo a ella misma y empieza a tomar decisiones sobre su vida. El mejor momento es cuando ella está a punto de reiniciar la relación con su ex y de cómo se da cuenta de algunas cosas. A veces las comedias, sobre todo las de Kasdan, esconden tesoros que no todos pueden disfrutar, ni entender.