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Sólo puedo tener palabras de agradecimiento, profundo agradecimiento, para Olga, Francisco, Merche, Rocío (qué conversaciones...) Juan (cuánto he reído y he prendido con él), Carme, Joan, María (qué cambio...), Raquel y Gemma, y sobre todo Lola, que ha compartido las inseguridades de la suplencia conmigo, mi medio yo (ella ya lo entiende).
No disfrutaba tanto en el trabajo desde que lo hice en el CAS Fontsanta, y eso que soy autónomo, casi me he sentido como con una familia, y eso es muy dificil de conseguir.
No puedo olvidar muchos nombres que mi ética profesional me prohibe mencionar en este espacio, pero que me han permitido asistir a procesos de cambio y lucha que en algunos casos me han cautivado y que llevaré siempre conmigo, por lo sorprendentes, radicales, dolorosos, profundos, o divertidos que han sido.
La despedida ha sido precipitada y en agosto, de la mayoría de las personas no he podido despedirme personalmente, y de las que lo he podido hacer no ha sido nada fácil.
Me hubiese gustado que el final hubiese sido de otra manera, pero no siempre podemos escoger las cosas como las deseamos, pero sí que podemos escoger cómo lo afrontamos.
Gracias a todos, compañeros y consultantes (me gusta más que el palabro pacientes) por haberme enseñado cosas que podré aplicar el resto de mi vida y que no podré olvidar.
Abrazo