Dos son pareja, tres son multitud, ¿cuatro? uff...
Cuando A y B se conocieron cada uno de ellos tenía su propia
adicción, o dependencia. Como suele ocurrir en estos casos el flechazo fue
instantáneo, A estaba dejando su adicción a la cocaína y B se estaba planteando
seriamente la relación de dependencia con su pareja de entonces.
Las “verdaderas historias de amor” no se pueden escribir si
no hay que luchar contra viento y marea ante todas las adversidades que
pretenden destruir esa relación incipiente. Esa lucha une a los nuevos amantes,
puesto que nada une más a una nueva pareja que los enemigos comunes. Tuvieron
que renunciar a mucho, ambos, pero todo fue en bien de ese amor verdadero que
habían encontrado en el otro.
Los problemas llegaron cuando ya no tuvieron que luchar más.
B se empeñó en ayudar a A en su adicción, era experta en ello (no entraremos en
detalles) pero A no podía ayudar a B en la suya, ya que no tenía tanta pericia,
pero como buen adicto, supo detectar que algo había pasado en B. Esto produjo
un desnivel en la relación ya desde el comienzo, puesto que B controlaba la
situación más que A.
A no se sentía cómodo, ¿cómo lo iba a hacer si B sabía más
de todo que él? De manera que se esforzó continuamente en demostrar que era muy
bueno en otras cosas, en cosas que la anterior pareja de B no podía competir. B
nunca le pidió que le demostrase nada, pero cómo no lo iba a hacer cuando ella
no hacía más que demostrarle lo competente que como psicóloga era ella con él.
Lo sabía todo, tenía respuesta para todo y le señalaba las opciones que ella
consideraba más convenientes. A no podía. Fracasó en todos sus intentos. Tanto
esfuerzo, tanta alerta, tanta impotencia por demostrar producía en A una sensación conocida, una vieja conocida,
la sensación de vacío interior, y él siempre había intentado llenar ese vacío
con una adicción, la última, la que había desatado todas las alertas, había
sido la cocaína, pero la lista era larga. Ahora, sin darse cuenta estaba intentando
llenar su vacío con B, pero, ante la imposibilidad, algo resonaba en su
interior.
¿Qué pasaría si recaía? De entrada sería una crisis, pero
demostraría que su pareja no era tan competente como creía, de alguna manera
las recaídas de A ponía a B al mismo nivel, rebajándola. Pero lo ideal hubiese
sido que él ascendiese, no que ella empeorase. De esta manera entraban en un
círculo vicioso cuando lo que les habría convenido es entrar en un círculo
virtuoso.
La pregunta que nos tenemos que hacer es si conseguirán
dejar de hacer aquello en lo que son buenos, B en ayudar desde el poder, y A
dar motivos para ser ayudado. Si para ser pareja tienen que invitar a las
adicciones o dependencias de la pareja, no serán pareja, serán cuarteto, y no
de alegría si no de pena.