Esta dualidad entre dos polos no apetecibles por sí mismos tiende a crear un pensamiento obsesivo que nos lleva al sufrimiento. Al final tenemos un bucle cognitivo que afecta todas las áreas de nuestra vida y que no nos deja vivir.
En estos casos lo mejor es pensar que siempre hay una tercera opción, que curiosamente es la que estamos tomando de manera inconsciente, la de seguir así.
Si el cambio no es tan deseable como para facilitarnos una toma de decisión en concreto, tal vez es que nos gusta vivir obsesionados, o al menos no nos resulta tan incómodo como para cambiar. Si no es así, si no nos gusta vivir obsesionados, cociéndonos en el bucle, tal vez encontremos nuevas pistas que nos faciliten una solución a nuestro conflicto, pero para ello deberemos hacer algo diferente de lo que hemos hecho hasta ahora...