No es justo que nos quedemos con la imagen estereotipada de angustia que nos transmite el Sr Araña en la actualidad. No es justo porque es lógico que esté desquiciado en la situación actual ahora que se ha roto la tela sobre la que se ha sostenido tanto tiempo, esa tela que tanto tiempo y esfuerzo le llevó tejer.
No es justo porque siempre resulta más fácil adivinar los acontecimientos una vez que ya han ocurrido y, en el caso del Sr Araña, estos acontecimientos desataron una crisis por donde nadie esperaba. Ni él mismo. Ni siquiera quienes desataron la crisis.
Toda estructura sobre la que se quiere sustentar la tranquilidad necesita cimiento fuertes, y estos se basan en la confianza en que lo básico no va a ceder, pero una cosa es la confianza y otra la certeza.
Si no se cuida lo básico puede ser que deje de estar, y que cuando vayamos a echar mano de ello, lo encontremos.
Imaginemos por un momento la sorpresa, el desconcierto, la frustración, la impotencia, o tal vez una amalgama de todas juntas, que debió sentir al descubrir que, justo en ese momento vital en el que esperaba crecer exponencialmente, su pareja le notificaba que rompía unilateralmente la relación de pareja que él daba por asegurada (aunque nunca se preocupó de asegurarla).
Cuando una parte de la tela que has construido se rasga y el Sr Araña estaba preocupado de construir una tela (innecesariamente) más grande, uno se siente como en un bote que hace aguas por diversas vías, no llega a poder contener las diferentes roturas.
Por eso digo que no es justo que nos quedemos con esa idea que nos transmite a día de hoy, de persona angustiada y desquiciada. Pero tampoco es justo que no lo hagamos, porque por mucho que le duela al Señor Araña, se merece lo que le ocurre por ocuparse más de lo que desea y no tiene que de aquello que puede disfrutar y no valora.
Otra cosa es que él desee/sea capaz de aprender algo...
Y que haya alguien con ganas de enseñarle...