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domingo, 12 de mayo de 2019

Porque no te funciona el uso de Tinder (y otras)

- La emoción que mueve el mundo es el miedo.
- ¿Miedo a qué?
- Al dolor, al fracaso, a perder, a no ganar, a la incertidumbre, a la soledad, al propio miedo... Puedes escoger.
- ¿Y qué tiene eso que ver con Tinder?
- Mucho, creo yo. Lo importante no es la herramienta, es el uso que haces de ella. Y la actitud emocional que te mueve.
Photo by Pratik Gupta on Unsplash

- Entonces, ¿no lo recomiendas?
- No me he explicado bien. Ni lo recomiendo ni lo rechazo. Depende de lo que quieras obtener del uso de esa herramienta. ¿conocer gente? Buena idea. ¿Conocer el amor de tu vida? Mala idea.
- ¿Por qué?
- Bueno, supongo que habrá alguna pareja que se haya conocido por estas aplicaciones y que tenga un funcionamiento sano, pero por lo que todo el mundo me comenta, no es lo habitual.
- ¿Por qué? ¿Qué explicación le das?
- Creo que en el fondo Tinder es un acelerador de procesos, y eso es así para lo bueno y para lo malo. Y lo malo, supongo que es muy evidente. Imagínate que yo te llevo a una tienda de alimentación y te digo que cada vez que entres puedes escoger un producto y llevártelo y probarlo. ¿Qué harás?
- Pues tomar un producto y llevármelo a casa... ¿Un producto cada vez?
- Correcto. El funcionamiento es claro, ¿no? Pero, imaginemos que el producto te ha gustado mucho... ¿Te conformarás con ese producto? ¿O querrás probar alguno más?
- ¡Hombre claro! No me conformaré con lo primero que pruebe, ¿no?
- Vale. Vuelves a ir a la tienda y escoges un producto diferente. Aunque te guste mucho este nuevo producto, ¿querrás volver?
- Imagino que sí. Cuanta más diversidad haya probado mejor escogeré al final, ¿no?
- Posiblemente. Pero, ¿dónde pondrías el límite? ¿Diez? ¿Veinte? ¿Cien?
- No lo sé...
- Y si alguno de esos productos que has escogido se encariña contigo, ¿qué le dices? " Ah, no, perdona, es que sí que me gustas, pero deseo seguir probando, no sea que haya algo que me guste más, algo mejor que tú.
- Ya... Pero eso siempre ha pasado. Yo tenía amigos que estaban en pareja y pensaban que podían estar perdiéndose algo mejor que lo que tenían.
- Sí. Es que Tinder no produce nada nuevo, sólo acelera e incrementa los procesos...
- Y al final, supongo que se puede caer en la trampa aquella del cuento que me explicaste de la novia perfecta, ¿verdad?
- Todo está inventado...
- Sólo han acelerado los procesos...
- E incrementado las posibilidades de frustración haciendo creer que aumenta las posibilidades de éxito...
Photo by Austin Distel on Unsplash

jueves, 28 de febrero de 2019

¿Cómo va a ir mi terapia?

- Basándote en tu experiencia, ¿crees que puedo salir de este embrollo?
- Depende.
- ¿De qué?
- De factores circunstanciales y de otros actitudinales. Mira, he visto a personas en situaciones mucho más graves y complicadas que la tuya salir adelante, superar la crisis y seguir con su vida.
- Entonces crees que tengo muchas posibilidades de superar todo esto, ¿no?
- Como te he dicho antes, depende. También he visto a mucha gente que teniendo situaciones menos comprometidas que la tuya y con muchos recursos no conseguirlo y hundirse en una miseria más profunda.
- Joder, ¿y qué tuvo la culpa de que no saliesen adelante?
- Bueno, la pregunta que te deberías hacer es por qué consideras que la culpa no fue suya en el segundo caso que te he dicho.
- Bueno, como has dicho que lo tenían más fácil he pensado que tendría que haber ocurrido algo muy gordo para que no salgan adelante, ¿no?
- Tal vez eso es porque tendemos a sacar factor común centrando nuestra atención en las circunstancias, y tal vez deberíamos extraer factor común centrándonos en factores actitudinales.
- ¿Actitudinales?
- Por supuesto. Quien quiere estar bien y considera que vale la pena (o la alegría), se esfuerza a pesar de las circunstancias y lo logra. También hay quien aprovecha cualquier pequeño inconveniente del camino para justificar su deseo de abandonar la lucha.
- Ya veo. (...) ¿Cuál de los dos tipos crees que soy yo?
- No tengo ni idea.
- ¿No?
-  ¿Cómo quieres que lo sepa? Yo no soy adivino. Depende de lo que muestres veremos qué camino deseas emprender.
- ¡Yo quiero estar bien!
- Y yo que me lo demuestres.

Photo by Peter Vanosdall on Unsplash
Dedicado a Rubén y su pareja ;)

miércoles, 23 de enero de 2019

Lo que te mantiene en la crisis

- Hace ya algunos años, cuando trabajaba en un centro público de salud mental, el psiquiatra del centro me derivó un caso. Yo estaba realizando una suplencia, y la chica había realizado terapia con la psicóloga titular y al parecer no había funcionado. El psiquiatra creyó que un enfoque nuevo podía producir algún tipo de cambio.

- Suena lógico.

- Lo que hice fue leerme la historia que había redactado mi antecesora, y vi que prácticamente yo iba a hacer lo mismo que había hecho ella, de manera que la única esperanza que albergaba residía en que como había pasado algunos meses, hubiese la posibilidad que encontrase algún matiz nuevo que me ayudase a no quedar mal ante el psiquiatra. Pero cuando la visité, seguía en el mismo punto. Llevaba ya más de dos años atascada.

By Ian Espinosa www.unsplash.com
- ¿Por qué?

- La respuesta más habitual es el miedo. Pero en aquella terapia me enfrentaba a la impotencia. La situación que ella estaba pasando era injusta y realmente desesperante, no entraré en detalles, y la actitud que ella tenía no ayudaba. ¿Cómo puede un psicólogo ayudar a alguien en esa situación tan sostenida en el tiempo? La respuesta es clara: Preguntar. Pero claro, las preguntas ya las había hecho mi compañera un año antes y no había funcionado. Yo podía hacer las mismas, pero tenía la casi certeza  de que obtendría las mismas respuestas... Y ahí andaba yo en la visita, predesesperado, pensando en cómo ayudar a alguien que estaba pasando por un momento de mierda, y casi sin darme cuenta resulta que se lo pregunté en voz alta.

- Venga ya...

- Sí, su cara cambió cuando yo se lo pregunté: "¿Cómo puedes aguantar este momento de mierda tan largo que estás viviendo?"

- Menuda cara debió poner...

- No lo recuerdo, creo que no, aunque si lo hizo se sobrepuso rápidamente y me contestó: "Hombre, no te creas, yo también me doy mis homenajes". Como te puedes imaginar a un psicólogo especializado en adicciones la palabra homenaje le despierta mucho la curiosidad.

- Ya te digo.

- Cada día, cuando llegaba de trabajar más de doce horas puteada, compraba un pack de 6 latas de cerveza en el colmado que había debajo de su casa y se las tomaba cenando, o sin cenar.

- ¡Olé!

- Y el fin de semana más, claro. Ella me dijo que esas cervezas nocturnas eran el motivo por el cual ella podía aguantar su día a día, las putadas que le hacía y los silencios cómplices de us familia de origen... No entraré en detalles.

- ¿Y qué hiciste?

- Llamé al psiquiatra para que lo oyese por sí mismo. Evidentemente se produjo un cambio de abordaje en el caso: pasó a ser una terapia de adicciones desde un centro de Salud mental, interdictor para el alcohol y cosas así. El caso es que a las dos semanas ella no bebía, pero no se encontraba bien. ¿Por qué?

- Ya no tenía homenajes...

- Exacto. ¿Y qué crees que pasó?

- Hombre, o dejó el tratamiento o cambió de actitud ante la situación de mierda que vivía...

- Correcto.

- ¿Qué hizo finalmente?

- Afortunadamente lo que su psiquiatra y su terapeuta sustituto le recomendaron muy encarecidamente...

martes, 7 de agosto de 2018

Las normas del juego: Damas vs ajedrez

- Una relación se tiene que mover dentro de unos límites claros y definidos para que quienes participan de ella puedan sentirse seguros. Para ello es necesario que las reglas sean claras, definidas y compartidas por ambas partes.
- ¿Crees que en nuestra relación no ha sido así?
- Si fuese así, ¿qué haces aquí? ¿Cómo puedes explicar tu sufrimiento en esta relación? ¿Por qué vives angustiada? ¿Por qué dices que no entiendes qué falla?
- Es que yo hago todo lo que puedo y nunca es suficiente. ¿Por qué?
- Seguramente porque las reglas de la relación no son compartidas. Cada uno de vosotros está en esta relación siguiendo unas reglas diferentes. Es como si... Imaginate que los dos estáis jugando en el mismo tablero. Es un tablero de casillas blancas y negras, ¿te suena?
- ¿Un tablero de ajedrez?
- Y de damas. Y eso es lo que pasa, cada uno está jugando a un juego diferente y según unas reglas diferentes.
- ¿Quieres decir que es como si él jugase a damas y yo a ajedrez?
- Más bien había pensado al revés, que tú juegas a damas y él a ajedrez. Tus movimientos son más directos, claros y sencillos porque así es como has aprendido a lo largo de tu experiencia a vivir las relaciones de pareja. En cambio él realiza unos movimientos complicadisimos y muy variados.
- ¿Y qué problema hay? No todos tenemos que ser iguales, ¿no?
- No, pero tampoco tenemos que ser tramposos. Ser diferentes y jugar diferente no es lo mismo que manipular. Si un miembro de la pareja afirma que los dos juegan a lo mismo cuando en realidad no lo hacen, o afirma que sus normas son mejores que las del otro pero se niega a explicárselas...
- ¿No es mi responsabilidad aprender?
- Ahí está la trampa. Cuando tú te esfuerzas en aprender cómo son las reglas del juego sin que te las expliquen y siendo continúamente cambiadas te acabas comportando como un ludópata ante una máquina tragaperras...
- Ya veo...
- Dedica demasiado tiempo de tu vida a querer aprender a hacer las cosas en un entorno caótico y los premios no compensan el esfuerzo.
- ¿Y cuál sería la solución?
- Que él aprenda a jugar a damas. O que se arregle la cabeza, si es que puede...
- ¿Y si no puede?
- Eso ya lo sabes. Lo temes, pero lo sabes.


lunes, 2 de julio de 2018

Los vigilantes del parque

Este país tiene contraída desde hace mucho tiempo una enorme deuda con los miles de jóvenes que, de manera totalmente desinteresada, están realizando la encomiable, y nunca suficientemente reconocida, tarea de vigilar los parques y plazas públicas.

No podemos seguir negando la evidencia de que allí donde no llega al policía, confiamos en que ellos, gracias a su enorme espíritu de sacrificio y continúa presencia, nos hagan sentir seguros.

Es posible que algunas de vosotras, almas egoístas, os estéis preguntando: ¿Qué sacrificio hacen que sea tan encomiable a la par que necesario como para que yo les esté agradecida? Tal vez tu análisis sea muy diferente del mío y pienses que esos son unos vagos que no hacen nada, sólo fumar porros y chuparles la energía a sus padres como paso previo a chapar del bote con ayudas sociales...

¡Pero eso es porque no podéis ver más allá de vuestros ojos! Mientras miles de adolescentes mucho más egoístas y con menos conciencia social viven centrados en estudiar y labrarse un futuro, y algunos hasta trabajan, todos los que deciden quedarse a vigilar parques públicos renuncian a cualquier posibilidad de crecimiento personal, a cualquier posibilidad de estabilidad económica futura, a cualquier ambición que no sea la del cortoplacismo más radical. Algunos hasta se plantean seriamente quedarse a vivir con sus padres de por vida para asegurarse de que estén bien cuidados en su propia casa cuando éstos sean ancianos.

¿Y qué reciben ellos a cambio? DESPRECIO. 

Nuestra sociedad no les reconoce el esfuerzo. Se limita a insultarlos, a llamarle porreros. Y pedir que se les multe. Facilitando la tensión en sus familias y castigando su esfuerzo en vez de recompensarlos. Y todo por un detalle insignificante: fuman porros.

¿Nos preguntamos acaso por qué acaban fumando porros estos jóvenes (y no tan jovenes)? O mejor aún, ¿para qué fuman porros? 

Fuma porros para poder aguantar los días y noches frías de inviernos y los calores insoportables del verano. Es el único aliciente, la única distracción que les puede compensar la pérdida de la ilusión que miles de los otros jóvenes (egoístas) sí que disfrutan. 

Sólo cuando seamos capaces de reconocer el sufrimiento de estos abnegados jóvenes tal vez podamos conseguir un cambio real en sus vidas y que sean más egoístas. Como el resto de los jóvenes...


lunes, 7 de mayo de 2018

La decadencia hacia la dependencia

Al entorno sufriente de Lucía les gusta recordarla tal y como era antes, hace ya varios años, cuando se mostraba como una mujer activa, apasionada, extrovertida, llena de vida... No se cansan de repetir que era una persona libre, sin miedos, alegre e ilusionante.

¿Qué pasó para que alguien que irradiaba tanta luz se haya convertido en lo que muestra ser hoy?

La teoría psicoterapéutica afirma que lo más probable es que Lucía pasase a centrar toda su atención y recursos en una única ilusión, de entre todas las que tenía. Y esto es confirmado por el entorno sufriente de Lucía de manera unánime, y todos culpan a Pedro.

Pedro no es percibido como alguien potencialmente dañino, al menos no al principio, ya que ella sólo se le dio el mismo trato que a los demás ligues anteriores. Al comienzo sólo era uno más. Tal vez uno un poco más enamorado que los anteriores, un poco más dependiente.

"Al principio te entraba muy fácil por los ojos, tan atento, tan correcto, tan implicado... Pero poco a poco nos acabamos dando cuenta de que había un fondo muy negro bajo esa reluciente superficie" "Al principio no lo parecía, pero te acabas por dar cuenta que se trata de alguien muy inseguro, que se esfuerza en aparentar que no lo es" "Es un psicópata" "Es un maltratador" "Es una sanguijuela" Las reacciones de las amistades de Lucía son contundentes, y aquí sólo citamos las menos ofensivas.

¿Cómo se hace? ¿Cómo se consigue un grado de sumisión tan alto de alguien tan (aparentemente) independiente?

Lo primero es conseguir llamar la atención de la persona deseada y entrar en su circulo habitual centrando su atención en aquellos aspectos más brillantes de los que, el conquistador" se siente más orgulloso, para resultar atrayente. Pero esto no es suficiente, además, hay que agasajar a la persona deseada de manera continuada con recursos y atención, casi hasta la saturación. Sin pedir nada a cambio. Hacer creer que tu intención es altruista, porque eres así.

Luego cuando la relación comienza a estar consolidada, hay que atacar a la culpa. ¿Cómo? Buscando cualquier pequeña excusa para señalar una ofensa y aprovechar para señalar tooooodas las cosas buenas que hacemos por la persona amada y lo poco reconocida dos que nos sentimos.

Este es el momento crítico. Si no conseguimos que la persona caiga en la culpa, nada valdrá todo el trabajo previo realizado. Conviene hacer hincapié en lo frustrados, poco reconocidos, rechazados, no correspondidos que nos sentimos. ¡Con todo lo que hemos hecho!

Lo más normal es que haya una demanda de perdón, y se debe conceder. Es más, hay que subir la apuesta. Hemos de pedir perdón nosotros por ser como somos: "Yo ya sé que no debo ser así, tan entregado, tan preocupado, tan fácil... Porque después todo el mundo te decepciona, te falla, y te sientes así. Pero eso ya lo sé..." Esto se llama acentuación de la culpa de forma pasiva, porque centramos la atención de la persona culpable en todo aquello que nosotros somos y hemos hecho por ella.

A partir de este punto sólo se trata de repetir el ciclo buscando que cada vez sea más corto. Esto facilitará que tengamos que sacrificarnos cada vez menos porque la confusión de la persona amada hará que no sé de cuenta de ello, solo verá los fallos que ella comete.

Así fue como Lucía perdió la luz, Pedro se mostró más rígido, más pétreo y los amigos de Lucía pasaron a vivir entre la frustración y la impotencia. Todos los intentos de hacerle ver que no tenía porque vivir así no fueron escuchados por ella, que sólo tenía oídos para él, para descifrarle, para complacerle, para poder volver a tener el Pedro del comienzo...

En un bucle infinito

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martes, 12 de diciembre de 2017

Intervención para la abstinencia (I)

- ¿ Qué tal con tu ex?
- Contacto inexistente. ¿Qué creías que te iba a decir después de cómo se comportó?
- Bueno, tal vez sea lo mejor para ti.
- Y tanto. ¿Por qué me preguntas por ella?
- Bueno, curiosidad terapéutica...
- ¿Curiosidad terapéutica?
- Claro. No en vano está muy relacionado con el tema principal que nos tiene ocupados.
- No veo la relación,  menos que sea que fumaba cuando estaba con ella...
- Por supuesto que ese es un nexo de unión entre ambos temas, pero hay otro más interno, más profundo. No sé si me explico...
- No, la verdad es que no.
- A ver... La relación que yo veo la baso en cómo te relacionas con lo que te perjudica. Quiero decir, si nos fijamos en el tema del consumo, parece que tienes dificultades para alejarte de aquello que te perjudica, ¿no?
- Estoy de acuerdo que el consumo me perjudica gravemente. También reconozco mi enorme dificultad para mantenerme abstinente.
- Ese es el punto de unión entre ambos temas. Sí, espera, te lo explico. Estaremos de acuerdo en que tu ex te perjudicó, ¿verdad? Vale, y estaremos de acuerdo en que al principio la amabas, al principio te hacía mucha ilusión, ¿recuerdas? Vale. ¿No ves un parecido entre la evolución de tu adicción y la de tu relación de pareja?
- Sí, sí que la veo. Pero también veo una diferencia. Con mi pareja sí conseguí finalizar la relación. La adicción es más fuerte, ¿verdad? Debe ser el componente biológico.
- Seguramente. ¿No te parece injusto? Quiero decir, tu pareja no quería acabar con la relación y te ofreció muchas alternativas... Y aún así, la dejaste.
- No voy a volver con ella porque sea incapaz de dejar mi adicción, si es eso lo que pretendes decir.
- ¡Oh no! Por supuesto que no pretendo eso. ¡Faltaría más! Sólo pretendía centrar tu atención en las similitudes de la evolución de ambos temas y que, contra tu propio criterio, sí que eres capaz de abandonar algo que perjudica gravemente tu salud.
- Ya veo... Pero sea lo que sea que estás tramando quiero dejar claro que no voy a volver a darle ninguna oportunidad a ella, ¿vale?


------ Continuará ------

martes, 4 de abril de 2017

Consideraciones sobre el tabaco

El tabaco es una droga legal que casi siempre aparece en los primeros peldaños de la "escalera de las drogas", como el alcohol es una droga inicíatica. Los motivos por los que una persona comienza a fumar son muy diversos, algunos son de integración al grupo, otros son familiares, en muchos casos de construcción de la identidad en base a oponerse a una idea familiar que se considera como ajena. Rosa Roger, autora del texto que podéis leer a continuación, incide en los primeros, sobre los segundos hablaremos en alguna entrada futura.

Las imágenes que acompañan al texto son de Ester Sánchez Ràfols, de PipiripipStudio.

www.pipiripipstudio.com
"No dejes que sea demasiado tarde para que la dicha sea buena"

"Todos mis amigos lo hacen y siempre me ofrecen, además, 
así se siga más y, al fin y al cabo de algo hay que morir, ¿no?"

De lo que uno no es consciente durante los años de juventud, es que la vida tiene un principio y un fin. Cuando uno es joven la acción es intensa y el pensamiento inmediato, sin más: la fiesta del sábado, el chico o la chica con la que salir esa mañana, lo que se dirá en la reunión de empresa de esa tarde. No se dedica tiempo a reflexionar sobre la importancia de vivir una vida de calidad. Y menos a pensar que, a veces, el fin aparece cuando uno menos se lo espera. En primavera todo se encuentra en flor.

Las motivaciones por las que una persona comienza a fumar no son siempre conscientes o explícitas. Es muy probable que alguien que prueba el tabaco por primera vez no le guste y aunque, en las primeras caladas la adicción química no se haya consolidado, ya podemos comenzar a hablar de cierta necesidad psicológica. Quien empieza a fumar percibe enseguida ciertos beneficios sociales en el hábito, y al cabo de unos meses, la creencia de que fumar un cigarrillo produce beneficios psicológicos se hace patente, sobre todo por una supuesta reducción del estrés...

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Al cabo de los años ese alguien, y su círculo inmediato, puede que comiencen a vislumbrar una cierta nocividad en la adicción tabáquica, justificado por el inicio de adquisición de conciencia de los severos efectos en la salud propia y ajena, además del alto costo financiero que supone el tabaco.

La mayoría de los fumadores experimentan el síndrome de abstinencia nicotínico tras la interrupción o reducción del consumo. Depresión, irritabilidad, ansiedad, desasosiego, insomnio y dificultades en la concentración son algunos de los síntomas. De hecho el síndrome de abstinencia causado por factores químicos desaparece mucho antes que las ganas de fumar que tenemos psicológicamente. Es más, al cabo de un corto tiempo de la retirada del consumo aparece un aumento del apetito y del peso. La nicotina es una droga que produce cierta anorexia, y una vez abandonada el cuerpo reduce su ritmo metabólico.

"Es que si dejo de fumar será terrible. No lo podré soportar 
porque no sé qué haré sin fumar y me voy a morir"

Cabe decir que no todos los fumadores superan la primera etapa de dejarlo. Llega un momento en que aparece la ansiedad causada por la discrepancia entre la razón y la emoción. El deseo de dejar de fumar y la dificultad de conseguirlo. Lo que debería observarse como algo ventajoso para nuestra salud pasa a percibirse como algo nocivo. ¿Si es tan bueno para mi salud porque me siento mal, peor? ¿Por qué expectoro tanto ahora si cuando fumaba no lo hacía? Porque tu cuerpo está limpiando la porquería acumulada durante mucho tiempo... Y limpiar tiene un coste, pero no todos tienen la tolerancia de pagarlo.

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Las presiones sociales para dejar de fumar, como la prohibición de fumar en lugares públicos, las campañas de educación sanitaria o el aumento de los impuestos sobre el tabaco ya no son suficientes y están dejando de funcionar. ¿Por qué? Porque a todo nos acostumbramos.

Es aquí cuando la intervención psicológica es necesaria para terminar con la adicción al tabaco. Esto puede combinarse con la utilización de parches o chicles que actúan sobre la fase aguda. No olvidemos que en los últimos años han aparecido nuevos medicamentos como el Champix o Sintabac que han facilitado mucho las cosas a quienes desean dar este paso.

La adicción al tabaco llega muy pronto, cuando se lleva poco tiempo consumiendo, y viene muy mediatizada por agresivas campañas de marketing de las tabacaleras con el objetivo de vender su producto. Es justo entonces que los consumidores tengan acceso a la información sobre el tabaco para poder decidir mejor.

lunes, 20 de febrero de 2017

Enseñar a beber (Alcohol)

Las relaciones entre personas pueden ser de dos tipos, simétricas o asimétricas. Las primeras no suelen dar demasiados problemas ya que ambas partes se relacionan de igual a igual y cuando son conviene. la relación se disuelve.

Sobre las segundas hay mucho escrito. Mucho. Pero a mi siempre me ha llamado mucho la atención las relaciones de tipo asimétrico que se da entorno al consumo de alcohol, sobre todo en el caso de el alcoholismo en mujeres.

Cuando una mujer decide dejar de consumir alcohol, ya sea porque no quiere beber nada o porque es una amenaza para su salud, siempre aparece alguien supuestamente mejor formado y mejor informado que le suelta eso de "Tú que vas a ser alcohólica. El problema que tú tienes es que no te controlas, no sabes beber. Yo te enseñaré a beber alcohol".

Veamos. Alguien no, supuestamente, no sabe beber. Otra persona, supuestamente, sí que sabe beber. ¿Dónde se sacó el título de bebedor/a controlado de alcohol? ¿En la tasca de esquina? ¿Qué garantías presenta como formador/a en esta especialidad? ¿Tiene experiencia? ¿Cuánto va a cobrar por este servicio? ¿Está colegiado/a en la Sociedad Española de Bebidas Espirituosas? ¿Qué le lleva a esa persona a despreciar la decisión que otra a tomado de dejar de beber? Porque, si yo rechazo el diagnóstico que haces sobre tu propio problema, ¿qué respeto te muestro?

Las relaciones de maestría siempre suelen comportar que uno está por debajo del otro. El profesor tiene un conocimiento que proporcionar al alumno. Eso es asimetría. Y las relaciones asimétricas tienen estar muy bien definidas para evitar conflictos, frustraciones y decepciones. No olvidemos que quien está en el escalón superior siempre puede escupir con más facilidad sobre el que está en el escalón inferior que a la inversa...

En mi experiencia profesional, si decides dejar de beber alcohol, ya sea por voluntad propia o por consejo médico y alguien se ofrece a enseñarte a beber porque no sabes, desconfía automáticamente. Esa persona no te respeta y prefiere que sigas bebiendo.

Pregúntate para qué.


martes, 25 de octubre de 2016

¿Para qué es útil el antabús en el tratamiento de las adicciones?

- ¿Recuerdas el día que nos conocimos?
- Sí, y tanto, como si fuese el primer día... ¡Qué vergüenza!
- ¿Por qué?
- Por mi comportamiento... Estaba más perdido que un pulpo en un garaje. ¡Qué cambio! ¿Eh?
- Sí, la verdad es que visto desde fuera, y ahora que han pasado seis meses, se nota un cambio enorme. ¿Cuál crees que ha sido el cambio más significativo que has realizado desde entonces?
- Desde luego reconocer que tenía un problema. Mi pareja me ayudó mucho teniendo las cosas claras y poniéndome un ultimatum, pero si no lo hago yo, no lo hubiese hecho nadie. ¡Y el antabús, por supuesto!
- ¿Por qué el antabús?
- Me da mucha tranquilidad el hecho de tomármelo cada mañana... Es como si me olvidase del alcohol, como si lo borrase como posibilidad alguna. Sé que no tiene ningún efecto psicológico, pero a mi y a mi pareja nos ha ayudado mucho. Ella no tiene que andar pendiente de si he bebido o hay algún riesgo de que beba, y yo no tengo la opción de beber y eso me ha permitido explorar y afianzar otras opciones.
- Sí, creo que ese es el principal efecto... y eso que al principio te resististe a tomarlo.
- Al principio lo viví como una imposición, una sumisión, ¡y me costó! Pensaba diferente, muy diferente, supongo que debido al hecho de que llevaba poco sin beber, pero, ¡qué cambio! Es como si pudiese centrarme en lo que de verdad importa, en aquello que me renta...
- ¿Qué crees que habría pasado si hubieses seguido sin antabús?
- Creo que todo hubiese sido más difícil. Cuando dejé de beber tuve que esforzarme mucho para no beber, las ganas de beber eran constantes, en cualquier momento. Supongo que hubiese tenido que dedicar mucha energía a luchar contra las ganas de volver a beber, y esas energías no las hubiese dedicado a otras cosas más importantes.
- ¿Qué ha resultado más rentable que luchar contra las ganas de beber?
- Yo antes creía que dejar de beber era, con perdón de la expresión, una cosa de echarle cojones. Con eso se arreglaba todo. Ponerle ganas. Pero ahora me doy cuenta que eso no sirve, que no es suficiente para dejar esta adicción.
- ¿Qué es lo que hace falta?
- Trabajar en todo lo que quiero que llene mi vida: Mi pareja, mi familia, mi trabajo, mis amigos... ¡Lo que de verdad me llena! Todo esto me ilusiona, y cada vez que algo sale bien me da un chute de energía enorme, había días que sentía que subía de nivel, no sé si me explico...
- Sí, ¿cómo en los juegos arcade?
- ¡Exacto! Cuando en uno de aquellos juegos superabas un nivel, te centrabas en la ilusión del siguiente y dejabas atrás el anterior.
- ¿Sientes que has dejado muchas cosas atrás?
- Siento que hay muchas cosas que antes consideraba imprescindibles y que a día de hoy me parecen que no son ni significativas. Es increíble la de cosas que me hacían perder mi vida y no me daba cuenta...


lunes, 10 de octubre de 2016

Adicción a superar las recaídas

- Mi pareja no tiene el típico problema de drogas, él puede dejarlo cuando quiere y me lo ha demostrado varias veces.
- Oscar Wilde decía que dejar de fumar es fácil, que él lo había dejado cientos de veces...
- Claro - mientras ríe.
- ¿Dónde está la diferencia entre Oscar Wilde y tu pareja?
- En que en el caso de mi pareja lo digo en serio. Él puede dejar de consumir con relativa facilidad y estarse un tiempo sin tomar nada.
- Entonces, ¿qué necesitas?
- Pues eso, que no es un caso típico y quería saber tu opinión. Él consume muy de vez en cuando, pero entre esas tandas de consumo se puede pasar semanas enteras sin tomar nada.
- Cuando consume, ¿pierde el control?
- Siempre. Siempre que empieza a consumir la acaba liando. Yo ya sé cuando va a llegar la siguiente crisis.
- ¿Por qué? ¿Tienes poderes?
- No. Se lo noto. Empieza a estar más cerrado, como agobiado, inquieto... se nota que busca algo que no encuentra conmigo en el día a día...
- ¿Y?
- Entonces, un día no llega a su hora. Rompe su rutina, queda con alguien, le lían, como dice, y ya está... Ya sabes que desaparecerá unas horas, nunca sé cuántas, y luego me entero de la magnitud de la tragedia.
- ¿La magnitud de la tragedia?
- Sí. Cuánto se ha gastado está vez, con quién se ha acostado, si ha tenido accidentes de circulación... supongo que algún día me enteraré porque le pasará algo y me llamará la policía.
- Ya veo...
- ¿Tú crees que puede salir de esto? De la adicción, quiero decir...
- Por supuesto. No me parece que sea tan diferente como tú dices respecto al resto de casos de adicciones, cumple casi todos los criterios... Lo que parece que te confunde es el tema de los períodos sin consumir, pero eso no es tan raro. En el fondo lo que tu pareja busca es llenar su vida con algo y no lo consigue. El fracaso le lleva al consumo, que es algo que conoce, y que por tanto le da seguridad. ¿Tú consumes algo?
- No. Casi ni bebo alcohol. Mira, cuando no consume es una persona normal, un poco desnortada, pero una persona encantadora.
- Sí, me lo imagino. Supongo que debe ser una persona más encantadora cuando acaba de dejar de consumir.
- ¡Sí! Después de cada recaída es una persona con proyectos, con ilusiones, con ganas... Da gusto estar con alguien así.
- ¿Cuánto tiempo lleváis juntos?
- Más o menos cuatro años...
- ¿Cuántas recaídas ha tenido en este tiempo?
- Que yo sepa, unas diez o doce...
- ¿No te parece un patrón?
- Sí, claro.
- Parece que tu pareja no sólo es adicta a las drogas, también es adicta a dejarlas.
- ¿Cómo?
- Supongo que el refuerzo que le supone tu comprensión, y la del resto de su entorno, ese apoyo incondicional que brindáis a la pobre persona adicta que está luchando denodadamente le llena más que el consumo en sí mismo. Lo que ocurre, y creo que esto es lo importante, es que no sabe qué hacer para mantener ese apoyo incondicional que desparece pasadas unas semanas, y entonces vuelve a recaer. ¿Por qué? Porque ha descubierto que esa es la manera de obtener la atención y la seguridad que necesita.
-¿Seguridad?
- Claro, Cuando deja de consumir sabe qué es lo que ha de hacer, no. Pedir perdón, mostrar un arrepentimiento sincero, hacer propósito de cambio, diseñar planes, ejecutar pequeños cambios, etc...
- Sí, eso es lo que hace. ¿Qué es lo que tengo que hacer entonces?


Puedes ver más información sobre recaídas...

miércoles, 21 de septiembre de 2016

¿Cómo diferencio la adicción de la dependencia?

La mejor definición de adicción que he encontrado es "aquello que te acorta la vida mientras te la hace parece mejor de lo que realmente es".

www.lapenultima.org
Podemos concluir que la adicción es algo que utilizamos para mejorar lo que ya tenemos. Teóricamente un adicto está bien, pero consumiendo está mejor. No la necesita, aunque puede considerar que es indispensable para según que ocasiones, situaciones o acontecimientos (cumpleaños, fiestas, etc)


La dependencia en cambio...bueno, todos sabemos las connotaciones de significado cuando oímos que alguien es dependiente. De lo que sea. 

La persona dependiente necesita aquello de lo que depende, ya sea una sustancia, una conducta o una persona. Sin eso en su vida, todo es un desastre. Tanto que no puede con la vida. El dependiente obtiene de aquello de lo que depende seguridad, y no les importa pagar con libertad. Lo que sea con estar bien.

Obviamente es mejor ser adicto que dependiente, aunque el proceso terapéutico es casi el mismo.

Si aún así  crees que no está suficientemente claro, hay una regla muy sencilla para saber si somos adictos o somos dependientes de algo, se basa en la aplicación de la palabra PUTA a nuestra vida:

Adicto: consume para estar de puta madre.
Dependiente: consume para no estar de puta pena.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Tomar una decisión

Primero te das cuenta de que no estás en una situación deseada. No tiene porque ser muy grave. Simplemente con estar algo incómoda ya es suficiente. ¿Tienes que hacer algo al respecto? No necesariamente. Puedes esperar a ver si las circunstancias cambian en tu beneficio y el problema se arregla solo, ¿no? Porque en el pasado ya ocurrió en algunas buenas ocasiones, ¿recuerdas?


Espera. Distráete con otras cosas. Puedes escuchar música. Puede jugar con el móvil. Puedes pensar en las musarañas.

¿Ya? ¿Ocurrió el cambio milagros? ¿No? Esperemos más, ¿Te parece?

Permíteme que te explique en qué punto estamos. Estamos decidiendo conscientemente. Eso lo hacen las personas que quieren estar cien por cien seguras de acertar, bueno, de no equivocarse. Porque las personas que sois así tenéis claro que hay un momento en el que todo se ve claro, diáfano, transparente. Y entonces se puede ejecutar la decisión con totales garantías de éxito. 

Es normal que tomar una decisión te dé miedo. No sólo es que te puedas equivocar, es que también te puedes arrepentir de ello y luego tener que cargar unas consecuencias que no esperabas. Total... lo que tú deseas es una vida cómoda, tranquila, sin sobresaltos, controlada... Y siempre hay una decisión perfecta. Siempre hay una decisión que cuadra con las circunstancias. Sólo hay que esperar. 

¿Seguimos esperando? ¿Cuánto tiempo vas a dedicar a la espera? Lo digo porque tal vez el problema es que se te olvide vivir mientras esperas.

Eso sí, luego te puedes quejar amargamente todo lo que quieras...

Que estemos ahí para escucharte es otra cosa.

Entiéndelo, estamos muy ocupados viviendo. Y decidiendo.









domingo, 28 de agosto de 2016

Richie Finestra

Hay personas que saben lo que desean, saben cómo conseguirlo, saben a quién tienen que explotar y que a todo pueden sacrificar... y todo eso cayendo bien a la mayoría de gente que no está en su círculo íntimo. Así es Richie Finestra. Nunca tiene suficiente porque siempre cree que lo podría haber hecho mejor. Pero no por él, la culpa es de las circunstancias.


Al igual Jimmy McNulty es incapaz de extraer factor común y darse cuenta de que lo que explica todos sus problemas en la vida no es la imposibilidad de los demás de seguirle, si no la imposibilidad que tiene él por hacer algo realmente diferente: ilusionarse. Porque es la falta de ilusión lo que explica su abulia cuando está sobrio.

Como podréis ver, Finestra no tiene ilusiones. Eso es para los demás, para los cualquiera. Él tiene obsesiones. Y así trata todo lo que hay en su vida, familia, amigos, pareja, trabajo... Y como no sabe diferenciar, o no puede, las mezcla, las complica, porque ahí es donde mejor se maneja, en la confusión más absoluta que difumina la confusión en la que se ha convertido su vida.

Las obsesiones, cuanto más grandes, más adicciones crean. Y las de Richie Finestra son a lo grande. A lo muy grande. Y como además sabe de lo que habla, manipula a los demás y los arrastra en su frenesí desquiciado hacia una catarsis en la que los que caigan por el camino no importan.

Pero no os preocupéis, porque él sabe lo que hace... o al menos eso siempre ha creído. Al menos a nosotros no nos podrá sacrificar... o eso creemos.


Podéis ver toda su historia en Vinyl, de HBO. No os preocupéis, no os he hecho ningún espoiler. Ni siquiera con el video.




jueves, 16 de junio de 2016

El precio de la compensación

- Al final, como siempre, he conseguido salir del lío, con alguna magulladura, pero bien.
- ¿Magulladura? - pregunté sorprendido.
- Sí. Después de todo el drama que lié tenía que hacer algo para compensarle, ¿no te parece?
- No lo sé. - Conseguí que mi tono sonase sincero.
- ¡Hombre! Si le perjudiqué creo que debo compensar de alguna manera, ¿no?
- Depende. - Esta era la primera grieta en la que noté que podía introducir una cuña. - Por lo general debería ser suficiente con una disculpa... - y este es el golpe con el que afianzo la cuña.
- ¡Claro! Pero es que yo me he disculpado tantas veces - me dice riendo - que ya es insuficiente. Ahora tengo que hacer algo más.
- ¿Por qué? - Busco incomodarla.
- Porque si no no me perdonará.
- ¿Te interesa estar con alguien que no te perdone cuando te equivoques? -
- Si he de ser sincera, me ha perdonado muchas veces, tal vez demasiadas. No sé si yo soy digna de ser perdonada solamente.
- ¿Te interesa estar con alguien que te permite que repitas tus errores? - La cara que pone indica que esta pregunta si que la ha desconcertado. - Tal vez el hecho de que te perdone indefinidamente es lo que hace que no aprendas. Y como no aprendes... - unos segundos de silencio expectante - Vas subiendo la apuesta, tanto en drama como en compensación. Y puede ser que, al final, a él le salga a cuenta aguantar tus crisis porque le compensas de sobra...
- ¿Qué quieres decir?
- Tal vez el precio que pagas por obtener ese perdón es más caro que los beneficios que obtienes por poder pegarte una juerga de esas tuyas de alcohol y coca. ¿Te has parado a pensarlo?
- No sé... ¿Quieres decir? - Dice obviamente incómoda.
- No necesito saber cómo compensas a tu pareja, pero diría por la reacción que tienes que parece que pagas mucho más de lo que obtienes...
- ¿Y por qué crees que lo hago?
- Porque no quieres plantearte las cosas de otra manera.
- Eso suena a que soy tonta...
- Bueno, un poco sí. Pero no por tonta, si no por miedo a lo que no conoces. Prefieres perpetuar un bucle que no te compensa lo suficiente... Ya te he dicho antes, creo que quien sale beneficiado en esta historia es él. Creo que le sobrecompensas...
- Pero es que yo creo que le quiero.
- Seguro, pero ¿te gustaría quererle de otra manera? ¿sin sobrecompensaciones? ¿O es que sólo sabes relacionarte así?
- ¿Cómo?
- Desde el sacrificio.


domingo, 8 de mayo de 2016

¿Cómo deseas que sea tu pareja?

- ¿Cómo deseas que sea tu pareja?
- Alguien normal, como es ella, pero sin todos los problemas que me da.
- ¿Cuánto tiempo lleváis juntos?
- Viviendo juntos llevamos doce años, pero estuvimos de novios tres más.
- ¿Desde cuando te ha dado problemas?
- No ha sido desde siempre si es a eso a lo que te refieres. Cuando eramos novios era un poco peculiar, pero la cosa no empezó a agravarse hasta que nos fuimos a vivir juntos. Supongo que la convivencia lo debió hacer más evidente...
- ¿Qué has hecho tú para ayudarle?
- De todo, de verdad, de todo. Al principio aguantaba e intentaba hacerle pensar para que cambiase y pudiese darse cuenta. Luego fuimos a médicos, a psiquiatras, a terapia de pareja... pero nada. No ha servido.
- ¿En qué te puedo ayudar?
- Una amiga me dijo que trabajas con adicciones en terapia, así que esperaba que me dieses alguna nueva clave que no se me haya ocurrido para ayudarla a salir de este pozo.
- ¿Sin que ella venga?
- No quiere. Pero yo sé que ella no es feliz, sé que quiere dejarlo, pero no puede.
- ¿Por qué?
- Porque le falta fuerza. Mira, ella es débil, se rinde a la primera de cambio. Si fuese más fuerte, más constante... sólo un poco. Entonces vería las cosas de manera diferente, y eso la motivaría.
- Parece que lo tienes muy claro... mucho más que ella.
- ¿Qué quieres decir?
- Que es muy difícil ayudar a alguien que no desea ayuda, y menos cuando no parece que sepa siquiera que la necesita. Diría que estás orientando toda tu energía en la dirección equivocada.
- ¿Qué puedo hacer entonces?
- Yo diría que la opción más factible es predicar con el ejemplo. ¿Qué quiero decir? No le puedes poner límites a nadie si tú no eres capaz de ponerlos a su vez, no eres capaz de ayudar a decidir a nadie si tú no sabes qué decisión debes tomar...
- Yo sé qué decisión he deseado tomar. Lo que ocurre es que las circunstancias me lo impiden.
- Si las circunstancias, o las adversidades infranqueables, te impiden conseguir aquello que te propones, tal vez es que has de revisar la decisión que has tomado y valorar la posibilidad de afrontar otra diferente.
- ¿Tú crees que ella no quiere dejarlo?
- No lo sé. Lo que sí que sé es que llevas un tiempo buscando la manera de ayudarla y no lo consigues. Sé que estás más motivado tú que ella, que has invertido más energía tú que ella... ¿Qué habrías podido conseguir si toda esa energía la hubieses dedicado a lo que de verdad estaba en tu mano?
(Silencio)
- Pero eso significaría que yo me alejaría de la relación, sería dejar que esto muriese lentamente...
- Creo que esa decisión ya la tomó ella cuando tú le planteaste el primer límite. Puedes seguir teniendo una pareja adicta o no. ¿Cómo deseas que sea tu pareja?
- No adicta.
- ¿Entonces?

jueves, 28 de abril de 2016

Contar el tiempo de abstinencia

- Ya llevo 30 días sin consumir.
- Bien.
- Yo estoy muy contento.
- ¿Por qué?
- Porque nunca pensé que lo podría mantener, siempre creí que sería incapaz...
- ¿Y por eso cuentas los días?
- ¡Claro! ¿No debería hacerlo?
- Depende... ¿Contaste los días que te pasaste consumiendo?
- No... Bueno, ha sido mucho tiempo realmente el que he desperdiciado consumiendo...
- Pero, ¿decías llevo seis meses consumiendo?
- No.
- ¿Por qué?
- Supongo que porque no me daba cuenta...
- ¿Por qué crees que te das cuenta ahora que no consumes?
- Hombre, tengo la cabeza más clara, me doy más cuenta de las cosas, tengo más tiempo...
- ¿Tienes ilusiones?
- De momento pocas.
- ¿Y antes?
- Tenía adicciones.
- ¿Las disfrutabas?
- Eso creía yo...
- Por eso cuentas los días que llevas sin consumir.
- ¿Por qué?
- Por que te sientes en una prisión. La gente que esta contenta, feliz, satisfecha no tiene tiempo para contar el paso del tiempo, está demasiado ocupada disfrutando de sus ilusiones y de la energía que les dedica... Dicen que hay dos tipos de personas enamoradas: aquellas que disfrutan del amor y quienes desean controlarlo. Sólo los segundos cuentan el tiempo que llevan en pareja. ¿Tú qué deseas? ¿Contar o disfrutar?
- Disfrutar.
- Entonces búscate ilusiones, o volverás a las adicciones.


sábado, 19 de marzo de 2016

Relación tipo tragaperras

Las relaciones que mantenemos han de basarse en el respeto. Pero estas relaciones aportan poca chispa, poca ilusión, poca diversión, dicen los que saben sufrir.

De todas las parejas disfuncionales o con poca salud emocional una de las que más me llama la atención es aquella que se comporta siguiendo la dinámica que tiene un ludópata con el amor de su vida: la máquina tragaperras.

Hay quienes se manejan en esto de la ludopatía al modo antiguo: Tienen una relación con la máquina del bar al que siempre van. Es una relación de lealtad, no de fidelidad con la máquina, por supuesto la máquina prueba con muchas otras personas que estén dispuestas a probarla. La lealtad del jugador con esa máquina se manifiesta por la atención que le dedica siempre que entra al bar, hasta el punto que sabe cómo está en cada momento, dedicando ingentes cantidades de energía a la elaboración de teorías sobre cuándo está a punto de dar premio y qué hay que hacer para que te lo dé.

Como las máquinas son así, caprichosas, el jugador no gana siempre (por no decir casi nunca) y se va frustrado, rabioso, impotente... pero tarde o temprano vuelve, porque una vez ganó. Sabe que lo puede hacer perfecto para volver a ganar, para que conseguir que la relación vaya bien, aunque sólo sea por un instante: ESE INSTANTE, en el que sabe que lo hizo todo perfecto y que el mérito del premio (porque el amor de las tragaperras se mide en las monedas que te da) es todo suyo.

Y se va, dejándola a ella sola en el bar, disfrutando del sabor de la victoria, de la sensación de control, de que las cosas han sucedido como él deseaba... pero sabe que mañana el proceso azaroso de la máquina volverá empezar y si quiere nuevamente su cariño, tendrá que apostar su salud.

Una vez más la vida y sus oportunidades pasarán de largo mientras él sigue distraído intentando controlar una relación imposible.

Ahora pensad en una relación, da igual de qué tipo, pareja, amistad, familiar o profesional, e imaginad quién juega a controlar y quien juega a ser controlado.

¿Habrá ganador?

miércoles, 27 de enero de 2016

Whiplash: de la ilusión a la obsesión

No hay nada más peligroso que tener una ilusión, sobre todo cuando sólo se tiene una. ¿Por qué? Porque la ilusión nos ilumina y siempre querremos más, siempre querremos conservarla y disfrutar de descubrirla, de conquistarla poco a poco, de descubrir como la ilusión moldea y da sentido a nuestra vida.
El riesgo es apartar todo el resto de ilusiones, centrarnos sólo en una, dedicar toda nuestra atención y todos nuestros recursos a disfrutar de la luz cálida que nos proporciona. ¿Por qué es un riesgo si una ilusión nos proporciona placer? Porque una única ilusión se acaba transformando, más temprano que tarde, en una obsesión. Y las obsesiones no proporcionan luz, las obsesiones oscurecen nuestra vida y nos llevan al sufrimiento.
Llegados a este punto, una vez obsesionados tenemos dos posibilidades: buscar una adicción que compense la falta de luz y que a la larga acabe en dependencia (muchos sabéis a qué me refiero) o dejar la obsesión y buscar nuevas ilusiones. La segunda opción es la de los valientes, porque es la opción de explorar nuevas posibilidades, la opción de salir de la zona de confort que nos proporciona la obsesión (lo malo conocido). Lamentablemente los cobardes no piensan así.
Pongamos un ejemplo:



Andrew Neiman tiene una ilusión: tocar la batería. Por ello se apunta a la mejor escuela para aprender, y allí aspira a recibir clase y entrar en la orquesta del mejor profesor, Terence Fletcher. ¿lo conseguirá? ¿Seguirá disfrutando de la ilusión que le mueve? ¿Qué estará dispuesto Andrew a sacrificar por conseguir lo que se propone?

Es una excelente película para aquellos que disfrutan de la música, pero también para quienes quieran aprender sobre adicciones sin ver ni una sola droga.


Quien tiene una sola ilusión acaba descubriendo que es esclavo de ella.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Procesamiento cognitivo concreto

Espinoso es una persona de muy pocas palabras, no porque sea tímido, no, más bien es porque no se siente cómodo con ellas. No las concibe como elementos con los que jugar para construir nuevas posibilidades, para expresar con mayor tino sus impresiones, sus sentimientos, sus ilusiones... Para él las palabras implican riesgos, de equivocarse, de no acertar, de quedar en ridículo, de avergonzarse, de no ser entendido, pero nunca ve las posibilidades. Por eso sus respuestas son cortas, si puede monosilábicas, si puede hasta onomatopéyicas. Así ha descubierto que no se equivoca, aunque nunca acierta.
El principal motivo de orgullo de Espinoso es su novia Margarita. Cuando les ves juntos no puedes evitar pensar qué hacen juntos. Margarita es una chica muy sociable, divertida, su presencia llena la sala con naturalidad, y además es muy guapa.
Espinoso no es guapo. Pero tiene una novia guapa. Y simpática. Y no quiere que le deje.
Por todos esto motivos conocemos a Espinoso. Margarita le ha dicho que no puede seguir la relación si él sigue consumiendo cocaína.
No puede entender los motivos que ella le da. Él sólo quiere pasárselo bien con los amigos de vez en cuando, alguna fiesta que otra. ¿No trabaja duro entre semana en la fábrica? ¿No pasa horas con ella y su familia y amigas? ¿No soporta continuamente los aduladores que se acercan a Margarita? ¿No se merece un premio? Pero el premio no compensa perder a Margarita. Él sabe que ella es su única oportunidad, que no puede aspirar a conseguir otra así, y por eso la ha de mantener a cualquier precio.
Ella dice que se siente desplazada, que últimamente prefiere pasar más tiempo con la cocaína, bebido y con sus amigos y no con ella. Espinoso cree que no se puede estar celosa de una sustancia, pero no tiene gruñidos suficientes con los que resultar convincente. Así que hará lo que ella desea, ha aceptado ir al psicólogo para dejar la coca.
Pero una cosa es dejar la coca y otra es convertirse en monje de clausura. ¿Qué es eso de dejar de beber alcohol? Nadie le avisó de eso. ¿Qué tiene que ver el alcohol con la coca? Él sólo consume coca muy de tanto en tanto, y alcohol... Bueno, alcohol sólo bebe lo normal.
Además, la psicóloga es como Margarita. Habla, habla y habla y él no encuentra monosílabos ni gruñidos suficientes con los que expresarse. Las visitas de terapia le hacen sentir desbordado y cuando le acompaña Margarita, se siente en fuera e juego porque ve que entre ellas se entienden.
Lo que no saben ni la psicóloga es que él tiene un plan: De momento les hace caso porque se ha dado cuenta que no puede luchar contra la dinámica que se ha dado. Y sí, va a dejar la cocaína para siempre, es cara, le cuesta mucho recuperarse después, pero el alcohol...
De momento no beberá. Pero él sabe que no es alcohólico, por mucho que los psicólogos, médicos y enfermeras del mundo le digan. ¿Cómo van a tener razón cuando él se conoce tan bien? La palabrería no puede vencer a la convicción personal. Eso es lo único que no le agrada de Margarita,que siempre da más veracidad a cualquier charlatán que a él, que siempre le ha demostrado todo lo que ha dicho (porque ha dicho poco realmente)
La pregunta que nos hace hervir las ideas es cuánto tiempo tardará en explotar la siguiente crisis...

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