Permíteme que te proponga un pequeño juego emocional si tienes ganas de reflexionar sobre la vida que has tenido hasta el momento presente:
¿Recuerdas cómo eras cuando tenías 13 o 14 años? ¿Qué te gustaba? ¿Cuáles eran tus prioridades? ¿Cómo deseabas ser de mayor? ¿Lo recuerdas?
Pues bien, ahora imagínate que hoy recibes la visita de ti misma/o cuando tenías 14 años. Así, sin avisar. Y te dice que se va a pasar un par de semanas contigo porque tiene mucha curiosidad en ver en lo que se va a convertir en el futuro.
¿Te atreves a aceptar? Te imaginas que tú de joven va a ver todo lo que eres, todo lo que has conseguido, y todo lo que no. Va a ser un juez muy parcial, muy subjetivo... no en vano le vas a mostrar en quien se va a convertir en el futuro...
¿Crees que se sentirá cómoda, satisfecha, y orgullosa de lo que te has convertido? ¿No? ¿Por qué? ¿Qué harás para remediarlo?
No sé si te has dado cuenta, pero esa persona de 13 o 14 años que fuiste, sigue viviendo en ti. Y opina. Aunque no le escuches.
Puedes creer que no te afecta, pero seguro que sí que lo hace...
¿Vas a cambiar algo o vas a seguir resignándote?