Podemos concebir cualquier adicción
como si fuera un iceberg: la parte que vemos emerger del
agua es pequeña en comparación con la que queda sumergida y oculta.
Ésta es la base que sustenta el problema, y si trabajamos sobre
esta base, tendremos más garantías de conseguir un cambio más
perdurable.
¿De qué se compone esta parte
sumergida del iceberg? De conflictos emocionales que se derivan de la
insuficiente educación emocional que recibimos durante nuestra
infancia y adolescencia.
¿Por qué es importante la educación
emocional? Porque somos seres sociales y articulamos nuestra
conducta, más allá de las reacciones instintivas, a
través de nuestras emociones. Éstas son sumamente
importantes porque nos
indican hacia dónde debemos movernos, por lo tanto, no saber
interpretarlas o cómo
canalizarlas nos lleva al dolor y posteriormente al sufrimiento, que
es la incapacidad de aprender del dolor.
De todo el paquete de emociones que
tenemos a nuestra disposición, la que puede resultar más primaria
es el miedo, el cual nos permite llevar a cabo las
conductas necesarias para poner a salvo nuestra integridad física,
como respuesta inmediata a un peligro inminente o como
respuesta preventiva o anticipatoria a éste.
Como especie hemos crecido aprendiendo
a gestionar ese miedo a la incertidumbre a través de la comunidad de
pares en la que vivimos, y de esa unión han surgido avances de los
que nos hemos beneficiado todos y que nos ha permitido, por ejemplo,
aumentar nuestra esperanza de vida y también la calidad de ésta..
Pero (siempre hay un pero) vivir en
comunidad produce también otro tipo de miedo, el miedo a la
incertidumbre social, a
no encajar en lo que se espera de nosotros o a no recibir lo que
esperamos de los demás. ¿Cómo gestionamos la
incertidumbre social? Por lo general lo que hacemos es buscar
seguridad o certeza; la buscamos en nuestras relaciones, en todas,
bien sean de amistad, de pareja o familiares. Pero puede
ocurrir que las relaciones que mantenemos no nos proporcionen la
certeza que deseamos o que nosotros pidamos más de la que se nos
brinda. ¿Qué hacemos entonces?
Tenemos opciones: Ajustar nuestras
expectativas, negociar, promover cambios o solicitarlos en el otro.
Pero estos movimientos tienen un riesgo: que el otro no esté
dispuesto a vivir este cambio en la relación. Llegados a este punto,
quizás una buena opción pudiera ser “el distanciamiento o la
separación permanente” y la búsqueda de otras relaciones más
satisfactorias, pero... ¿Y si no consigo negociar ni romper la
relación porque la incertidumbre de lo que pueda ocurrir me da
miedo? Bueno, entonces tenderemos a buscar otras seguridades, y aquí
es donde entrarán en juego las obsesiones, las adicciones y las
dependencias. Distractores que nos regalarán, durante un tiempo,
una agradable sensación de falsa seguridad.
Un conocido me decía que, salvo la
muerte, nada en la vida es más cierto que el efecto de una droga.
Yo añadiría que también es muy cierta la dinámica que se
establece después del consumo, porque sabes lo que vendrá
luego, y esa sensación de saber es tranquilizadora, no
olvidemos que tendemos a preferir lo malo conocido a lo bueno por
conocer.
Visto desde este punto de vista, el
consumo de sustancias busca reducir la incertidumbre que la persona
sufre, generando una dinámica diferente en la que cree controlar
pero que le lleva a la autodestrucción por el precio físico y
emocional que implica.
El tratamiento desde este punto de
vista implica el empoderamiento de la persona, ayudarla a ser
autónoma, a ser independiente de las circunstancias y las personas
de su entorno, acompañarla en la toma de decisiones que incidan en
su realidad y le ayuden a modificarla a su conveniencia dentro de
unos límites permisibles. Todo esto lleva a aciertos que serán
disfrutados y errores que producirán importantes aprendizajes, pero
no puede haber más “no decisiones” porque éstas fueron las
que le llevaron al consumo.
Si preferiu llegir-ho en català:
https://www.dropbox.com/s/ehrip0mwigk7dqv/Precio%20Certezas.pdf?dl=0
Agradezco la traducción (y buenas recomendaciones) de Elena Canseco
Agradezco la traducción (y buenas recomendaciones) de Elena Canseco