Hay dos tipos de personas: aquellas que tienen miedo de las posibles amenazas que proviene de su alrededor y que se sienten incapaces de controlar y aquellas otras que se temen a los impulsos propios que se sienten incapaces de canalizar.
Sobre los del primer grupo se ha escrito (y se escribirá) ampliamente en casi todos los manuales de diagnóstico psiquiátrico; ¿sobre los segundo? se ha escrito brevemente.
Cuando una persona teme hacer sosas que realmente no desea sufre una fobia de impulsión (teme a su propio impulso de actuación)
¿Por qué se da?
Por lo mismo que toda la sintomatología psiquiátrica: Para compensar el desequilibrio interno que provoca un determinado conflicto emocional. En este caso la persona centra su atención en un miedo a hacer algo que no desea realmente en lugar de focalizarse en algo que sí que desea (y que generalmente es más realizable y asumible) pero que teme. Paradójicamente les resulta más barato generar un nuevo conflicto que solucionar uno antiguo.
Como todo problema de ansiedad, la fobia de impulsión tiene un origen relacional (es un síntoma de los desequilibrios de la relaciones) y por tanto la persona que la sufre se ofrece como chivo expiatorio (u homeostático) para poder no solucionar el verdadero problema y permitir que la situación conflictiva se enquiste ad eternum.
Miedos más habituales expresados:
- Dañar a alguien (padres, hijos...)
- Ser homosexual