jueves, 7 de enero de 2016

¿Malas noticias o noticias desagradables?

Hay dos tipos de malas noticias: Las que son malas de verdad porque no ofrecen oportunidades, y las que son buenas pero nosotros creemos que son malas. El problema que acostumbramos a tener es que confundimos las malas noticias con noticias no agradables o no deseables.
¿Cómo puede ser una buena noticia confundida con una mala? Por miedo. 
¿Miedo a qué? A perder una situación en la que estamos a gusto.
Si estamos a gusto, ¿no sería una mala noticia perder esa situación? No necesariamente, en muchos casos podemos perder mucho más si no decidimos realizar algunos cambios. En ese sentido, una determinada información nos puede proporcionar pistas muy necesarias.
Por ejemplo: 
Un día te encuentras muy bien de salud pero al día siguiente en una revisión rutinaria te encuentran un pequeño tumor, operable y tratable, uno de esos que dicen los médicos que es de riesgo muy muy bajo, casi nulo. ¿Qué día estabas mejor? Obviamente el día que te informan del tumor, porque esa información, por muy desagradable que sea, te permite cambiar tu conducta para evitar que la cosa empeore. La información no nos cura de nada pero nos permite realizar aquellos cambios conductuales que sí que nos llevarán a la cura. Aún así, es posible que prefiramos no hacer nada y dejar que todo empeore, pero eso es otra decisión a la que se llega por otros miedos...