miércoles, 5 de diciembre de 2007

Conseguir Alas

Soy plenamente consciente que el tema que voy a tocar hoy resulta especialmente espinoso, por lo que pido disculpas por adelantado si hiero alguna sensibilidad o remuevo algunas vísceras.
Dos personas se conocen, se enamoran y deciden iniciar un proyecto en común. Hasta aquí es el cuento de hadas que todos más o menos hemos vivido en una o varias ocasiones. Pero luego siempre llega la crisis, afortunadamente, y ésta tiene siempre múltiples formas de plantearse.
Hace algún tiempo que me dedico a realizar terapias de pareja y sesiones de terapia en pareja y he podido comprobar una cierta universalidad en los temas. Me referiré al más frecuente de ellos con la etiqueta de "conseguir alas".
Uno de los miembros (habitualmente ella, pero he visto de todo) no está satisfecha con la relación, está bien, enamorada, no tiene dudas de fidelidad ni nada por el estilo, pero no está a gusto consigo misma. El otro miembro de la pareja nota esto y le suele animar a buscar su espacio. Cuesta, pero al final lo hace, tímidamente, pero va descubriendo que le gusta lo nuevo que ve, y se va creciendo.
En este punto se hacen evidentes las diferencias que hay entre la nueva realidad que descubre y el otro miembro de la relación: ¿Porque no hacer unos pequeños cambios en nuestra relación? Mejoraría, qué bien que estaríamos, porque la verdad, yo lo necesito, ahora soy consciente de que me sentía ahogada, aprisionada... Y plantea estos cambios.
Pero la realidad de la relación era que ella (habitualmente ellas) estaba incómoda y él cómodo, por lo que se topa con la resistencia al cambio de él. El problema es que la crisis está planteada, y en la mayoría de ocasiones no de forma evidente y consciente.
En la mayoría de casos la situación se hace complementaria a la anterior, y ahora es el otro quien está incómodo. El peligro es que esto se enquiste y acabe diluyéndose en múltiples problemas tangenciales que no aportan nada significativo (la realización de las tareas de casa, la colaboración en la educación de los hijos, el rollo de papel higiénico...)
Algunos casos deciden hacer terapia de pareja, y cuando acuden a las sesiones plantean este formato de crisis que he descrito. "Desde hace un tiempo ella ha cambiado, ya no es la misma de antes", "yo quiero volver a la situación de antes", "se le han subido los humos y ahora ya no la entiendo y no sé qué espera de mi". El otro día en una sesión de pareja con mi amiga y colega Gemma Borraz se me ocurrió una metáfora que sintetizaba bastante bien todo el conjunto de la crisis:
- Mira, tú le pides a tu pareja que abandone este cambio, que vuelva a ser la pareja enraizada al suelo que tú recuerdas y que deseas, pero parece que ella no está por la labor. En cambio parece que tu pareja ha encontrado alas - habitualmente la cara de él es de cierta aprensión - y te está planteando que desea que tú encuentres también tus alas y vueles con ella.


Raíces sí, claro;
pero, sobre todo, ¡alas!

Saint John Perse