martes, 4 de diciembre de 2007

La sentecia del acusado inocente

Cuentan que durante la edad media hubo una serie de muertes que asolaron varias aldeas de una misma comarca. Las autoridades no conseguían dar con el asesino y el miedo atenazaba cada vez más a las gentes de la región, dejando de ir a labrar en el campo por miedo a morir.
La nobleza no se podía permitir esto, de forma que presionó a la santa inquisición para que encontrase al culpable y así se restableciese la normalidad y pudiesen seguir viviendo del trabajo de los campesinos.
El inquisidor de la zona no conseguía dar con ningún indicio que aportase información coherente. ¡Parecía hecho por el mismo Santanás! Llegó a la conclusión de que la mejor manera de detener esta situación era declarar culpable a cualquiera para que de esta manera el asesino pensase que podía acabar impune y dejase de matar. "Sacrificaré un inocente para salvar a muchos".
Para ello montó una serie de falsas pruebas y acusó a un campesino de la zona que no tenía familia y vivía fuera de aldeas.
Llevó el caso ante el alto tribunal de la inquisición y optó por no torturar, para que así no quedasen dudas de la justicia.
Desde luego el juicio fue una farsa, eso era evidente para cualquiera que lo estuviese observando, incluso para el juez, pero las presiones de la nobleza eran insoportables. Por intentar lavarse las manos, intentó dar un toque de justicia divina a la hora de dar la sentencia, para ello le dijo al campesino que no tenía duda de su culpabilidad, y que Dios y la providencia tampoco la tendrían, de forma que dejaría en manos de ellos decidir. Se colocarían dos papeles en una bolsa y el propio campesino extraería la sentencia. Desde luego dejó de comentar que en los dos papeles estaría escrita la sentencia de culpabilidad. Pero antes de hacer nada permitió una última voluntad al campesino.
Este había permanecido silencioso y hosco durante todo el proceso, consciente de su destino. Al escuchar la resolución le quedó aún más claro su destino, puesto que era sabía perfectamente cual era la trampa. Sólo sonrió cuando le dijeron que podía pedir una última voluntad.
- Señoría, solicito que se me sentencie a la inversa del papel que extraíga de la bolsa.