Hace un tiempo ocurrió un hecho desgraciado en mi entorno más inmediato, de esos que hacen que aquellos que te quieren bien se vuelquen en ti y te ayuden para lo que sea necesario.
Entre ellos, quiero destacar a mi compañero de la EPC, Jordi Frau.
Desde el inicio de conocerlo me pareció más un amigo que un compañero de trabajo; es alguien que sabes que está ahí y que cuando lo precisas, tiene las palabras justas para hacerte pensar. En ese momento de duda y dolor me fue de gran ayuda, no sólo por sus palabras, sino también por sus actos, que me conmovieron.
Yo siempre he sido de la teoría que hay que ser agradecido, y puedo asegurar que le agradecí de corazón, todo lo que hizo, pero cual fue mi sorpresa cuando rechazó de forma tajante mi gratitud diciéndome lo siguiente: "A los amigos de verdad no hay que darles las gracias ni pedirles perdón".
Yo necesité unos segundos para situarme. Me quedé sorprendido, no es que rechazase mi gratitud, era que él consideraba que era lo mínimo que podía hacer por mí en aquellas circunstancias, o sea, era un valor para él, una actitud.
El problema es que mi valor y actitud es justo la contraria, "hay que ser agradecido y pedir perdón a los que más quieres, porque son las personas que nos merecen la pena", y así se lo dije, pero él siguió mostrándose en claro desacuerdo conmigo.
Supongo que éste será el primer desacuerdo firme entre él y yo en ocho años (y me alegro de que sea por algo tan nimio), pero me ha dejado una pequeña duda, ya que yo valoro mucho su opinión y criterio.
¿Qué creéis? ¿quizás se me escapa algo que no supe entender? ¿o tal vez uno de los dos esté equivocado?¿Podemos encontrar un término medio que no haya sabido ver yo?