jueves, 1 de mayo de 2008

Etiquetar

Necesitamos comprender y predecir nuestro entorno, y para ello nuestro cerebro dispone de diversas "técnicas" que le facilitan esta tarea. La más utilizada de todas ellas es el etiquetado. Ponemos etiquetas a todo lo que nos rodea, de una manera compulsiva, de manera que cuando no sabemos nos sentimos confundidos y reaccionamos según nuestra capacidad emocional.
Las etiquetas en psicología, pero sobre todo en psiquiatría, se denominan "diagnóstico", y son muy útiles, ya que permiten conocer qué ocurre según un criterio más o menos estándar. Pero, el mapa no es el territorio, y la etiqueta o diagnóstico, no es la persona.
Uno de los principales problemas a los que se enfrenta la psicología, en mi humilde opinión, es que se ha socializado su terminología, de manera que no es extraño escuchar expresiones del tipo:
"hoy estoy bien, pero el lunes tenía una depresión...", "lo que me pasa es que me pongo histérica", usamos estos términos porque nos suenan "fuertes", pero desvirtuamos su significado real, y al final acabamos siendo lo que decimos, depresivas, histéricos...
Una investigación muy interesante respecto a este tema lo realizó David Rosenhan en los años 70. El experimento consistía en enviar a ocho personas cuerdas a una institución mental, la cual desconocía que era el "sujeto" de esta investigación.
En la entrevista de diagnóstico debían decir que sufrían alucinaciones, en las que oían "zas", algo demasiado inespecífico, y todas ellas fueron diagnosticadas como enfermos mentales, de esquizofrenia paranoide y psicosis maníaco depresiva.
Una vez ingresados todos los participantes del experimento se comportaron de forma completamente normal. Dijeron a los médicos que ya estaban bien. Que ya no escuchaban las voces. Eran educados, comían y, en teoría, tomaban su medicación, un montón de pastillas que ocultaban bajo la lengua y luego escupían en el váter. Sin embargo todos permanecieron ingresados una media de 19 días, 7 días el que menos y 52 el que más. Todos fueron dados de alta por “una buena reacción al tratamiento y una remisión de los síntomas
Ni los médicos ni las enfermeras se dieron cuenta de que sus pacientes estaban completamente sanos. Los locos sí. Uno de ellos le dijo a Rosenhan: “Tú no estás loco. Eres periodista o profesor” Y otro: “Estás espiando el funcionamiento del hospital”.
Supongo que la falta de narcisismo profesional de los "locos" les permitió ver lo que los "profesionales" no supieron ver... aunque puede ser que estos profesionales no supieran lo que buscaban...