martes, 16 de diciembre de 2008

Lo importante que puede ser enseñar a un niño hacerse la cama

Tengo un amigo, que es psicólogo, que el otro día me explicaba una historia de esas que explican un proceso de muchos años de duración. En ella puedes observar el comportamiento de la familia cuando él un niño era pequeño y extraer algunas conclusiones de lo que le estaba ocurriendo a la mujer del protagonista en la actualidad. La explicaré en primera persona por que es así como he intentado mantenerla en mi memoria cuando me la explicó.

Cuando tenía doce años jugaba en un equipo de futbol, y cada sábado iba a buscar a un amigo a su casa para ir juntos al partido. Un día, cuando llegué, subí a su casa y me lo encontré acabando de desayunar. Me dijo que le cogiese la bolsa de la habitación mientras acababa de desayunar, allí fui y me encontré a su madre haciéndole la cama.
Yo me hacía la cama cada mañana desde los siete años, de forma que aquello me resultó muy chocante, de forma que el pregunté cómo es que no se la hacía él mismo.

- Es que no sabe hacerse la cama todavía.
- Pues enséñele - dije yo.
- Tardo más en enseñarle que en hacerla yo misma.
- Pero se ahorrará mucho tiempo después, le saldrá a cuenta.
- Tú qué vas a saber.
En los años siguientes seguimos nuestra amistad, y me constaba que su madre le recogía la habitación, y por supuesto le hacía la cama. Trabajamos juntos en una empresa, en mi caso para pagarme la carrera, y siempre demostró ser una persona muy suya, con reacciones que no acababa de entender.
Cuando ya estaba a punto de acabar la carrera, empecé a salir con una de sus vecinas, y en una cena con los padres de mi novia, la madre me explicó lo mucho que se sacrificaba la madre de mi amigo por este.
- Fíjate tú, el otro día me dijo que se levantaba cada día a las seis para ir a comprar pastitas para el desayuno y pan a la panaderia de la plaza mayor, para que él se pueda llevar un buen bocadillo al trabajo.
Yo casi me atraganté, tuve un acceso tos y todo el mundo se olvidó de la conversación, por suerte para mi, menos mi novia que ya se olía algo. Después de la cena me preguntó qué había pasado, y le conté lo que yo había visto.
- Cada día que trabajamos juntos lo primero que tu vecino hace al llegar al trabajo es tirar el bocadillo que le ha hecho su madre en un container de basura que hay a la entrada. Dice que está harto, que a él sólo le gustan los del bar de la esquina.
Te puedes imaginar que las novias no le duraban demasiado, un día cuando me preguntó por qué le ocurría eso, le dije que una posible explicación era que ninguna de ellas se veía capaz de competir con su madre. Creo que mi comentario no le gustó.
Perdí el contacto con este amigo hasta que hace unos años me lo volví a encontrar. estuvimos charlando y le pregunté cómo le iba la vida.
- Bien, me casé y tengo un hijo. Pero mi mujer no anda bien de salud, tiene muchas migrañas, y dolores por todo el cuerpo, los médicos dicen que se puede tratar de fibromialgia. La verdad es que supongo que es psicológico, trabaja de noche y se lo monta muy mal, llega a las 6:30, limpia el piso y lleva al niño al colegio, luego, cuando vuelve duerme hasta las tres, hace la comida, comemos juntos, y después está toda la tarde con el niño hasta que vuelve a entrar en el trabajo.
- ¿Y tú que horario haces?
- Turno de mañana, de 7 a 15h.
- ¿Y no le echas una mano para aligerarle la carga?
- Bueno, dice que ella lo hace mejor que yo, que no vale la pena.

Como diría mi buen amigo Eduardo Kromfly, "No hay que echar margaritas a los cerdos".