jueves, 4 de marzo de 2010

Delegar

- Acabo saturado de trabajo, no sé cómo lo hago pero no hay manera de poder acabar a mi hora.
- ¿He de suponer que esto lo vives bien?
- ¡No! ¡Cómo quieres que lo viva bien! ¡Estoy hasta las narices! Parece que esté en medio de las arenas movedizas y no encuentre una rama a la que agarrarme.
- ¿Lo has probado todo?
- Sí. Absolutamente sí.
- ¿Has pedido ayuda?
- ¿Y cómo me pueden ayudar? Lo tengo que hacer todo yo, incluso a veces me da la sensación que tengo que hacer cosas que no me tocan.
- ¿Cosas que no te tocan? ¿A qué te refieres?
- La gente con la que trabajo no sabe hacerlas. Parece que sea el único que pueda hacerlas bien.
- Entiendo que intentas decirme que a tu alrededor hay gente a la que tú permites acomodarse gracias a tu incomodidad.
- ¿Cómo? ¿Encima es culpa mía?
- Bueno, yo hablaría de responsabilidad, la culpa me parece excesiva. pero lo importante es si eres capaz de hacer algo para revertir esta situación.
- Soy toda oídos.
- Mira te explicaré una anécdota. Una vez vino un director de una importante oficina bancaria. en realidad le traía su mujer que estaba harta de no verlo en todo el día, tenían un hijo de ocho años que prácticamente no veía a su padre. Éste, se levantaba a temprano, era el primero en salir de la oficina y el último en salir. Cuando llegaba a casa se encerraba en el despacho mientras cenaba para acabar el trabajo.
- Hasta ahí veo el paralelismo. No puedes dejar de hacer las cosas, hay gente que ha depositado su confianza en ti.
- Exacto, pero a veces lo importante es que uno pueda escoger de quién vas a ser depositario de esa confianza, por que si no, al final estás lleno de sanguijuelas.
- No te sigo.
- Mira, después de hablar mucho rato, se nos ocurrió una estrategia para afrontar esta situación. Le pedí que comprase tres bandejas de escritorio, y que en cada una colocase una etiqueta. En la primera escribiría "urgente", en la segunda "muy urgente", y en la tercera "para ayer". La norma que pusimos es que distribuiría el trabajo entre las tres bandejas, y que empezaría a trabajar por la bandeja llamada "para ayer". Sólo podría pasar a realizar trabajo de la bandeja llamada "muy urgente" cuando la anterior estuviese vacía. Igualmente no podría pasar a "urgente" hasta que las otras dos estuviesen vacías. Debía trabajar bajo esta norma durante dos semanas y observar si se producía algún cambio. ¿Y sabes qué pasó?
- Pues no.
- Resulta que se dio cuenta que de las bandejas "muy urgente" y "urgente" desaparecía trabajo que se llevaban sus empleados y que decidían hacer ellos.
- ¿Y eso?
- Por que se daban cuenta que él se estaba dedicando a aquellas cosas que eran de su incumbencia, y que si ellos no lo hacían, nadie lo haría. Y claro, al final los responsables serían ellos.
- ¿Y no se quejaron?
- Creo que le empezaron a llegar mensajes sobre que antes era un mejor jefe, eso le hizo dudar, pero una vez que empiezas a ver la luz no quieres volver a la oscuridad.
- Creo que te sigo. Las sanguijuelas siempre se retuercen cuando las sacas de la piel de la victima.
- Veo que has empezado a ver algunas de tus sanguijuelas...