martes, 8 de junio de 2010

Entender y respetar


- Simplemente quiero entender por qué ha tomado esa decisión.
- ¿Y qué te dice?
- Siempre me da las mismas argumentaciones.
- Tal vez es que no tiene más argumentaciones que esas.
- Pues a mi no me valen. Con eso no puedo entender por qué llega a esa conclusión.
- ¿Y es necesario que lo entiendas?
- Para mi sí.
- ¿Y para ella?
- Parece ser que no.
- ¿Qué es lo que te pide?
- Que la respete. Pero no puedo respetar algo que no entiendo.
- Ya. ¿Qué le pides tú a ella?
- Que me lo explique.
- Creo que intentas decirme que lo que le pides es que respete que no lo entiendes, ¿estoy en lo cierto?
- Sí. Sí, estás en lo cierto.
- Pues vaya paradoja.
- Explícate.
- Tú le pides que respete algo que no puede entender diciéndole que no la puedes respetar porque no la puedes entender.
- ...
- Creo que confundes los terminos. Una cosa es respetar una decisión y otra cosa es entenderla. Lo que diferencia a un concepto del otro es que siempre podemos respetar aunque no podamos entender, por muy doloroso que nos sea. Los motivos que nos llevan a tomar una decisión son personales, muy propios, con idiosincrasias que pueden dificultar la comprensión de otras personas.
- No entiendo que es lo que sugieres que hago mal.
- No es que lo hagas mal, porque tu intención no parece ser la de causar daño. Lo que ocurre es que estás confundido y proyectas tu confusión a ella. Y ella no quiere tu confusión, quiere tu respeto. Puedes estar de acuerdo o no, pero ella sólo te ha pedido que respetes su decisión, y por extensión que la respetes a ella. Cuando le pides más motivos de los que ella está dispuesta a dar, lo vive como un intento de manipulación.