Obviamente deseo también un sabio director que guie mi interpretación hacia la excelencia, que me marque los puntos clave y los elementos destacables de la confusa realidad, que me dé la seguridad y el apoyo que me falta en los momentos críticos de las sesiones, justo en aquellos en que la persona que acude a realizar terapia conmigo descarga sus emociones y espera que yo sea todo lo seguro y estable como para poder ayudarle a gestionarlas de manera eficiente.
No tengo ese guionista, ni ese director, ni siquiera tengo un escenógrafo que diseñe un espacio de terapia apropiado a mi forma de ser y a mi estilo terapéutico. Tampoco tengo la posibilidad de realizar ninguna toma errónea, este es un detalle importante, puesto que añade un plus de ansiedad mi trabajo. Me puedo equivocar y eso puede ser malo, puede no ser bueno para la persona con la que estoy trabajando.
A pesar de no tener nada de todo esto, y muchas otras cosas que no se me ocurren por no ser experto en el tema, disfruto de a visión de esta serie. Y se la recomiendo ver a mi alumnos de practicum, para que puedan analizar y practicar, pero sobre todo para discutir después teniendo un punto inicio común. Discutir sobre una serie de TV nos permite abstraernos del miedo a equivocarnos, nos permite centrarnos en nosotros mismos sin darnos cuenta, pero sobre todo nos permite expresar puntos de vista propios sin tanto miedo a la valoración externa y por tanto nos facilita más oportunidades de aprendizaje.
Por todo ello doy gracias a Dios (o lo que sea) por la existencia de una serie de TV como esta.