Esta es una diferenciación que puede parecer simplista pero
nos puede ayudar a aumentar nuestra calidad de vida.
Si nos rodeamos de personas con tendencia a digerir, aumentan
las posibilidades de que aprendamos a realizar nuestras digestiones mentales.
Podremos aprender a diferenciar entre los tipos de ideas, ya que como todo en
esta vida, hay ideas que son más digeribles que otras, y algunas hasta son
tóxicas y conviene no intentar digerirlas. También nos pueden enseñar a
diseccionar las ideas y masticarlas, aportando lo mejor de nosotros mismos a la
idea que queremos digerir. Podremos aprender a gestionar el hambre de ideas,
porque lo importante no es quedar saciado de conocimiento si no dejar un poco
de espacio para que la digestión sea buena y tener ganas de más en un cierto
lapso de tiempo, ya que quien se siente saciado sólo puede vomitar.
Si nos rodeamos de personas que sólo saben vomitar sólo aprendemos a vomitar más cantidad, con más fuerza y más lejos para que se nos note, pero no aportaremos nada. Sólo aprendemos a competir, a ordenar y obedecer y las ideas que aportamos a nuestro organismo son tóxicas y en el mejor de los casos, dogmáticas, ya que son las únicas que son aptas para vomitar, más lejos, por supuesto.
Lo que conviene tener en cuenta es que podemos decidir en cualquier momento cómo queremos hacer nuestras digestiones mentales... y podemos cambiar aprendiendo.
Si nos rodeamos de personas que sólo saben vomitar sólo aprendemos a vomitar más cantidad, con más fuerza y más lejos para que se nos note, pero no aportaremos nada. Sólo aprendemos a competir, a ordenar y obedecer y las ideas que aportamos a nuestro organismo son tóxicas y en el mejor de los casos, dogmáticas, ya que son las únicas que son aptas para vomitar, más lejos, por supuesto.
Lo que conviene tener en cuenta es que podemos decidir en cualquier momento cómo queremos hacer nuestras digestiones mentales... y podemos cambiar aprendiendo.