miércoles, 13 de marzo de 2013

Aprender todo lo que pueda aprender



Había una vez una mujer que se retiró a una cueva en las montañas con un gurú. Quería, decía ella, aprender todo lo que pudiera saber. El gurú le dio montones de libros y la dejó sola para que pudiera estudiar. Cada mañana, el gurú regresaba a la cueva a verificar el progreso de la mujer. En su mano llevaba un pesado bastón de madera. Cada mañana le hacía la misma pregunta:
“¿Ya has aprendido todo lo que se puede saber?” Cada mañana, la respuesta de ella era la misma. “No”, decía, “no lo he hecho”. El gurú entonces le pegaba en la cabeza con su bastón.
Esta escena se repitió durante meses. Un día el gurú entró en la cueva, hizo la misma pregunta, escuchó la misma respuesta y levantó su bastón para pegarle de la misma manera, pero la mujer cogió el bastón del gurú, parando su golpe en el aire.
Aliviada de haber dado fin a los golpes cotidianos, pero temerosa de la represalia, la mujer volvió la vista hacia el gurú. Para su sorpresa, el gurú sonrío. “Felicidades”, le dijo, “te has graduado. Ahora sabes todo lo que necesitas saber.”
“¿Cómo es eso?”, preguntó la mujer.
“Has aprendido que nunca aprenderás todo lo que se puede saber”, le contestó. “Y has aprendido a parar el dolor.”

Gracias a Rosa Fernández por pasármelo...