lunes, 3 de junio de 2013

El hijo (no) pródigo

- En resumen, su hijo se ha enfadado porque considera que le ha plantado...
- Eso es lo que él cree, pero sólo se ha tratado de un olvido, un despiste. Lo que ocurre es que él se lo toma todo muy a la tremenda, como muy fuera de lugar.
- ¿Esto ha sido siempre así?
- Sí. Siempre ha sido un poco exagerado, lo que pasa es que con los años sus reacciones son cada vez más fuera de lugar.
- ¿En los últimos años más? ¿No será que él cree que tiene más motivos con el paso de los años?
- ¿Más motivos? ¿Motivos de qué? Yo quiero a mis dos hijos, los quiero igual.
- Yo no dudo de lo que usted siente, o de lo que pueda sentir, pero parece que su hijo no está muy de acuerdo con usted. Y el hecho de que haya aumentado su sensibilidad hacia usted parece indicar que esto puede ir a más, incluso a una ruptura de la relación.
- Esa es una decisión de él, yo no la puedo controlar.
- ¿Cómo se sentiría si llegase el caso?
- Mal, como me iba a sentir. Pero tendré que salir adelante, ¿no le parece?
- Ya. ¿Cómo se siente?
- Alterada, confundida. Yo siempre he intentado tratarlos por igual a los dos, no sé de qué se está quejando. Estas reacciones por pequeños detalles sin importancia...
- ¿Qué le ha dicho su hijo mayor de todo esto?
- Él no dice nada. Es una relación difícil la que he tenido con él...
- ¿Por qué?
- Siempre he sentido mucha conexión con él, pero él me rehuía, parecía que escapaba de mi lado, y ahora que su vida ha dado este cambio tan drástico, se ha vuelto a acercar a mi, y yo estoy intentado recuperar todo el tiempo perdido.
- Porque con su hijo pequeño, ¿no tiene tiempo que recuperar?
- No, siempre ha estado ahí.
- Parece que está usted reviviendo la fábula del hijo pródigo.
- ¡Es que yo quiero mucho a mi hijo! Siempre lo he dicho.
- Ya veo...
- ¿Qué pasa?
- Pues que usted tiene dos hijos, pero parece que sólo le conmueve uno, del otro espera que no la moleste. Supongo que la presencia de su hijo pequeño ha sido siempre gratuita, no le ha costado a usted ningún esfuerzo, y claro, no la valora, ni la agradece.
- Claro que le quiero, pero es de otra manera...
- Pues parece que su hijo pequeño se ha dado cuenta de que no es lo que él espera de usted. Tal vez se haya dado cuenta que usted es una fuente seca...