lunes, 28 de julio de 2014

Una cuestión de equilibrio

Una relación de pareja sana se basa en multitud de aspectos, variables en función de cada pareja, pero en mi modesta opinión hay uno que predomina sobre los demás, el equilibrio. Una pareja equilibrada vive una relación razonablemente buena, esto es, sin excesivos sufrimientos.
¿A qué me refiero con equilibrio en una pareja? ¿Cómo se consigue? El equilibrio se encuentra en pareja cuando los dos miembros viven la relación en una harmonía satisfactoria para ambos. Los caminos para conseguirla van, por equívoco que pueda parecer, de lo más sano a lo más patológico.
Tengamos en cuenta que el equilibrio sano es aquel que no es estable, es de lo más inestable. Esa inestabilidad es la que provoca que ambos miembros de la pareja luchen (no entre sí) por conservar el equilibrio. Por tanto, una relación de pareja sana es aquella en la que sus integrantes luchan constantemente por mantener la salud de la relación desde las necesidades de cada uno, obviamente desde el respeto.
Un equilibrio no tan sano, por no llamarlo patológico, es aquel que da seguridad a los dos miembros de la pareja. Evidentemente esto sucede cuando los dos están satisfechos y ya no se molestan en luchar por mantener la salud de la pareja. Por supuesto ellos creen que todo está hecho y que el futuro es un plácido viaje en el que son inmunes a las consecuencias de las circunstancias, y no hay mayor error que el creer en la inmunidad.
Pongamos un sencillo ejemplo: X sólo quería una cosa: Tener pareja. Creía que era lo único que le faltaba, el detalle que daría sentido a su triste vida. Después de muchos fracasos y frustraciones dejó de aspirar a nada concreto, y en ese momento cualquier pareja le valía. Y sólo quería una cosa en esta vida: Tener un hijo. El deseo de tenerlo era tan intenso y angustiante que no valoraba demasiado con quién tenerlo. De esta manera el encuentro fortuito (o no) que se produjo entre ellos fue valorado como muy afortunado por ambas partes puesto que, sin exponerse demasiado, quedó claro que cada uno complementaba las necesidades vitales del otro. Pos supuesto nunca hablaron de ello. ¿Para qué? La llegada de un hijo a la relación como consecuencia natural de ser pareja satisfacía tanto a X como a Y.
La pregunta que nos podemos hacer es la siguiente:

¿Cuánto tiempo durará la estabilidad de esta pareja?

a) El tiempo que tarde el niño en tener autonomía y no necesitar a su madre
b) El tiempo que tarde X en darse cuenta que Y no desea pareja si no un hijo (y por eso tengan más)
c) Siempre (se engancharán en una espiral de acusaciones mutuas sobre el origen de la crisis y ninguno buscará solucionarlo)

Obviamente la mejor respuesta sería:

 d) poco, porque se dan cuenta que necesitan estar desequilibrados para funcionar mejor, de una manera más fluida.

Pero claro, a ver quién les convence de que eso es así y renunciar a sus sueños de complementación por dolorosos que estos les resulten...