lunes, 22 de diciembre de 2014

Desprejuiciarse

Las navidades son unos días especiales, de reuniones familiares en las que hay que hablar por hablar, a menudo con gente que no nos interesa en absoluto o que directamente no tragamos, y queriendo ayudar a que las familias no se descompongan por discusiones sin solución, os propongo un pequeño juego para cuestionarnos nuestros prejuicios. No os doy la solución del acertijo así podréis ver como se desprejuician los demás cuando se lo contéis...

PROBLEMA A RESOLVER
Advertencia: Ten en cuenta que no hay trampas, no hay cosas escondidas, todo está a la vista.
Algo más: si no conoces el ejemplo, permíteme una sugerencia.. Trata de pensarlo sólo porque vale la pena. En particular, porque demuestra que lo que crees sobre ti mismo a lo mejor no es tan cierto. O, en todo caso, es incompleto.
ARGUMENTO
Antonio, padre de Roberto, un niño de 8 años, sale conduciendo desde su casa en Madrid y se dirige rumbo a Valencia.
Roberto, va con él.
En el camino se produce un terrible accidente. Un camión, que venía de frente, se sale de la autopista y embiste de frente al auto de Antonio.
El impacto mata instantáneamente a Antonio, pero Roberto sigue con vida..
Una ambulancia de Valencia llega casi de inmediato, advertida por quienes fueron ocasionales testigos, y el niño es trasladado al hospital.
No bien llega, los médicos de guardia comienzan a tratar al niño con mucha dedicación pero, luego de intercambiar opiniones y estabilizarle las condiciones vitales, deciden que no pueden resolver el problema de Roberto. Necesitan consultar. Además, advierten el riesgo de trasladar al niño y, por eso, deciden dejarlo internado allí, en Valencia.
Luego de las consultas pertinentes, se comunican con el Hospital de Niños de Madrid y finalmente conversan con una eminencia en el tema a quien ponen en conocimiento de lo ocurrido. Como todos concuerdan que lo mejor es dejar a Roberto en Valencia, la eminencia decide viajar directamente desde Madrid hacia allá. Y lo hace.
Los médicos del lugar le presentan el caso y esperan ansiosos su opinión.
Finalmente, uno de ellos es el primero en hablar: ‘¿Está usted en condiciones de tratar al niño?’, pregunta con un hilo de voz.
Y obtiene la siguiente respuesta:

¡Cómo no lo voy a tratar si es mi hijo!.

Bien, hasta aquí, la historia. Está en ti el tratar de pensar una manera de que tenga sentido. Como no compartimos la habitación, o donde sea que estés, te insisto en que no hay trampas, no hay nada oculto.

¡¡¡Buenas Fiestas!!!