martes, 24 de noviembre de 2015

El precio de las certezas

Podemos concebir cualquier adicción como si fuera un iceberg: la parte que vemos emerger del agua es pequeña en comparación con la que queda sumergida y oculta. Ésta es la base que sustenta el problema, y si trabajamos sobre esta base, tendremos más garantías de conseguir un cambio más perdurable.
¿De qué se compone esta parte sumergida del iceberg? De conflictos emocionales que se derivan de la insuficiente educación emocional que recibimos durante nuestra infancia y adolescencia.
¿Por qué es importante la educación emocional? Porque somos seres sociales y articulamos nuestra conducta, más allá de las reacciones instintivas, a través de nuestras emociones. Éstas son sumamente importantes porque nos indican hacia dónde debemos movernos, por lo tanto, no saber interpretarlas o cómo canalizarlas nos lleva al dolor y posteriormente al sufrimiento, que es la incapacidad de aprender del dolor.
De todo el paquete de emociones que tenemos a nuestra disposición, la que puede resultar más primaria es el miedo, el cual nos permite llevar a cabo las conductas necesarias para poner a salvo nuestra integridad física, como respuesta inmediata a un peligro inminente o como respuesta preventiva o anticipatoria a éste.
Como especie hemos crecido aprendiendo a gestionar ese miedo a la incertidumbre a través de la comunidad de pares en la que vivimos, y de esa unión han surgido avances de los que nos hemos beneficiado todos y que nos ha permitido, por ejemplo, aumentar nuestra esperanza de vida y también la calidad de ésta..
Pero (siempre hay un pero) vivir en comunidad produce también otro tipo de miedo, el miedo a la incertidumbre social, a no encajar en lo que se espera de nosotros o a no recibir lo que esperamos de los demás. ¿Cómo gestionamos la incertidumbre social? Por lo general lo que hacemos es buscar seguridad o certeza; la buscamos en nuestras relaciones, en todas, bien sean de amistad, de pareja o familiares. Pero puede ocurrir que las relaciones que mantenemos no nos proporcionen la certeza que deseamos o que nosotros pidamos más de la que se nos brinda. ¿Qué hacemos entonces?
Tenemos opciones: Ajustar nuestras expectativas, negociar, promover cambios o solicitarlos en el otro. Pero estos movimientos tienen un riesgo: que el otro no esté dispuesto a vivir este cambio en la relación. Llegados a este punto, quizás una buena opción pudiera ser “el distanciamiento o la separación permanente” y la búsqueda de otras relaciones más satisfactorias, pero... ¿Y si no consigo negociar ni romper la relación porque la incertidumbre de lo que pueda ocurrir me da miedo? Bueno, entonces tenderemos a buscar otras seguridades, y aquí es donde entrarán en juego las obsesiones, las adicciones y las dependencias. Distractores que nos regalarán, durante un tiempo, una agradable sensación de falsa seguridad.
Un conocido me decía que, salvo la muerte, nada en la vida es más cierto que el efecto de una droga. Yo añadiría que también es muy cierta la dinámica que se establece después del consumo, porque sabes lo que vendrá luego, y esa sensación de saber es tranquilizadora, no olvidemos que tendemos a preferir lo malo conocido a lo bueno por conocer.
Visto desde este punto de vista, el consumo de sustancias busca reducir la incertidumbre que la persona sufre, generando una dinámica diferente en la que cree controlar pero que le lleva a la autodestrucción por el precio físico y emocional que implica.
El tratamiento desde este punto de vista implica el empoderamiento de la persona, ayudarla a ser autónoma, a ser independiente de las circunstancias y las personas de su entorno, acompañarla en la toma de decisiones que incidan en su realidad y le ayuden a modificarla a su conveniencia dentro de unos límites permisibles. Todo esto lleva a aciertos que serán disfrutados y errores que producirán importantes aprendizajes, pero no puede haber más “no decisiones” porque éstas fueron las que le llevaron al consumo.

Si preferiu llegir-ho en català:

https://www.dropbox.com/s/ehrip0mwigk7dqv/Precio%20Certezas.pdf?dl=0

Agradezco la traducción (y buenas recomendaciones) de Elena Canseco