martes, 24 de enero de 2017

Palabras enormes para males pequeños

¿Y si somos el significado de las palabras que sabemos utilizar? Seríamos como abanicos de opciones de significado...

Eso implicaría que escogeríamos con cuidado lo que decimos. También implicaría que estaríamos deseosos de incorporar nuevas palabras para ampliar el abanico de nuestras posibilidades comunicativas, y de significado. Todos deseosos de leer, de culturizarnos, de crecer, de cambiar. Todos consultaríamos el diccionario etimológico para saber el significado original y el desglose de palabras que usamos cotidianamente para hacerlo de manera apropiada...

Pero por desgracia no es así. Nos conformamos con una cantidad pequeña de palabras que usar y, sobre todo, tenemos muchas palabras comodín que utilizamos, sin saber su significado o sin saber qué significado va a tener en nuestro interlocutor.

¿Un ejemplo? En una primera sesión de terapia suele darse este tipo de conversación:

- ¿Cómo estás?
- Mal.
- Ya veo... ¿Cómo de mal?
- Pues mal, no sé, muy mal.
- Es que mal es una palabra que no aporta significado específico, lo que es mal para mi tal vez no lo sea para ti.
- Ya, ya,,, estoy fatal.

Si continuamos con este ejemplo y entendiendo que mal hace referencia a dolor emocional, ¿a qué tipo de emoción se refiere? Evidentemente no es alegría, pero tal vez para mi mal sea estar triste, y para esa persona sea estar enfadado. ¿Puede haber algún tipo de conversación constructiva cuando intentamos ayudar a dejar de estar triste a alguien que está enfadado? ¿O con miedo? ¿O con culpa? ¿O avergonzado?

Las emociones guían nuestra conducta. Emoción significa "hacia donde moverse" (e-moción), y no es lo mismo articular una conducta para ayudar a alguien a dar significado a una pérdida (tristeza) que ayudar a canalizar la energía por una amenaza (rabia). Aún así, seguimos diciendo "mal" constantemente en vez de especificar para que seamos adecuadamente entendidos.

Así, ante la incomunicación que provoca nuestra falta de vocabulario, acabamos tirando de intensidad, como en el ejemplo: de mal a fatal. Como si fatal tuviese un significado más claro...

Y lo mismo ocurre con las palabras críticas: todo, nada, siempre, nunca, todos y nadie. 

Confundimos con el lenguaje en lugar de comunicar claramente. Y claro, así nos va...