lunes, 19 de junio de 2017

Circunstancias

Si hacemos el sano ejercicio mental de acudir a consultar un diccionario etimológico (sobre el origen y significado literal de las palabras que usamos) veremos que circunstancia es una palabra compuesta por una raíz y varios prefijos que se deriva del griego y del latín y significa "la cualidad de lo que está parado alrededor". ¿Alrededor de qué? Pues del sujeto u objeto sobre quien se habla. Esto significa que las circunstancias son lo que rodeaal sujeto pero no son el sujeto en sí mismo.

Lo que nos hace a cada uno de nosotros no son nuestras circunstancias si no nuestras actitudes e intenciones, y las consecuencias que se derivan. Pero, una vez aclarado esto, ¿se pueden modificar nuestras circunstancias? Sí. ¿Se pueden controlar nuestras circunstancias? No. ¿Cómo es que se pueden cambiar pero no se pueden controlar? Porque las circunstancias son interpretables, y la interpretación puede cambiar la percepción que tenemos de las mismas.

No somos conscientes de la libertad de análisis que podemos llegar a disfrutar si nos lo proponemos. Lo digo en serio. La mayoría de las veces nos conformamos con reevaluar las circunstancias de nuestra vida de una manera prejuiciosa y obsesiva, constantando que todo sigue siendo lo mismo y sin plantearnos que podamos hacer algo para cambiarlas. Aquí entra aquello de "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer". Como no esperamos (ni soñamos) que nada cambie, nada cambia. Y así hasta el infinito...

Observemos un momento esta viñeta (cortesía de Yolanda Rey):



Esta viñeta nos arranca una sonrisa porque no acaba ni remotamente como creíamos al comienzo que iba a acabar. Nos sorprende, pero, ¿cómo lo hace? Nuestra atención se centra en un par de detalles de las dos primeras viñetas: La actitud derrotada del protagonista y una soga colgda de un árbol. Nuestra mente prejuiciosa anticipa el final de la secuencia: la actitud derrotada lleva a ahorcarse.

¿Nos hemos cuestionado realmente que la circunstancia (la soga) pueda tener otra función? Es obvio que nosotros no, pero, afortunadamente, el protagonista sí. Y acaba usando la soga para cambiar su actitud derrotada.

Como sería nuestra vida si en vez de herramientas de suicidio viésemos herramientas de juego...