Hace un tiempo que leí este muy interesante libro de Manuel Vázquez Montalván en el que hilvana las trayectorias divergentes, paralelas y finalmente confluentes de un matrimonio de la actual clase media alta de Barcelona. El título hace referencia a dos personajes muy secundarios en las leyendas artúricas, y el libro se centra en los aspectos aparentemente más secundarios y pequeños de la vida, pero que son los que realmente la llenan de significado.
Es un libro amable, de lectura fácil y que no te deja indiferente puesto que provoca empatía con todos los personajes, y esta empatía y la proyección subsiguiente hace que uno piense sobre su propia vida. En una entrevista que leí, el autor explicó que había querido hacer un libro sencillo, sin demasiadas pretensiones, pero no por ello se trata de un libro simple o pequeño, sino todo lo contrario. En él los personajes reflexionan sobre las cosas que les hacen seguir adelante. Un detalle curioso para los que conocéis mis gustos cinéfilos es que en el libro aparece una crítica de la película Mumford en función de cómo se ha sentido uno de los personajes (personaje del que estoy enamorado), basada en las actitudes y pequeños detalles que hacen significativa una relación personal y la calidad de vida.
Siempre son los pequeños detalles, los pequeños placeres y los pequeños regalos los que nos dan fuerza y ánimo para afrontar las pequeñas decisiones que nos llevan a afrontar las decisiones significativas.
En esta linea, ya hace unos meses inicié una serie de entradas sobre los pequeños placeres, y al recordar este libro me ha hecho volver a aquella idea.
Hay un placer al que hemos sucumbido algunos de los miembros del equipo del Centro de Terapia Cognitiva.
En concreto somos cuatro los que nos regalamos este pequeño placer cada día que podemos. Y digo nos regalamos, porque hemos tomado la sabia decisión de invitarnos unos a otros y cada vez que lo hacemos, es un verdadero regalo.
El regalo consiste en bajar al Forn de pa Mascaró, que está al lado del Centro, y allí, Claudia nos cuida un ratito con sus cafés, cortados y cafés con leche, decorados como podéis ver en las fotos.
No puedo hablar por las demás, pero Claudia se ha vuelto alguien muy importante en nuestra práctica profesional diaria, y realmente cuando estamos descansando en el forn, nos sentimos cuidados. Muchas gracias Claudia por tu cariño y simpatía, y gracias a Eva Aguilar, Laia de Bolòs, Gemma Borraz y Mayte Leal por los regalos en forma de merienda y por el cariño con el que lo compartimos.
Besos