Todos conocemos los cinco sentidos: vista, oído, tacto, olfato y gusto. Sirven para interpretar y canalizar la información del medio exterior en el que nos situamos y dependiendo de la información que obtengamos a través de ellos organizaremos nuestra conducta. Por ejemplo, si vemos un peligro, huiremos, si probamos una sustancia dulce la ingeriremos y si es amarga tenderemos a no hacerlo (probabilidad de que sea venenosa).
Pero, ¿son estos los únicos sentidos que tenemos? Ya que si nos fijamos tenemos dos canales de información más, posiblemente los más importantes, y pese a ello son los más ignorados por la mayoría de personas.
El sexto sentido hace referencia a la información propioceptiva, esto es, lo que los informáticos denominarían la información del sistema. Hace referencia a la información visceral, muscular, etc, importante porque nos señala en qué estado se encuentra el cuerpo del que disponemos para relacionarse con el medio. Muchas de las patologías psicosomáticas se podrían evitar atendiendo a esta información, bajando el ritmo ante los primeros sintomas de dolor de cabeza (no es necesario llegar a la migraña), o ante los primeros episodios de acidez estomacal (y así evitamos las úlceras), etc.
El séptimo sentido es, aún si cabe más ignorado todavía. Ignorado por toda la humanidad en conjunto, puesto que como especie (o lo que seamos) nos hemos centrado más en desarrollar la razón. Efectivamente, me refiero a las emociones.
Etimológicamente emoción significa "impulso que induce a la acción". Este impulso, no nos engañemos, es información, y en base a esa información organizaremos nuestra conducta. Si tenemos miedo huiremos, si sentimos vergüenza nos aislaremos, si nos sentimos culpables por alguna acción intentaremos repararla, etc.
Las emociones se encuentran en el llamado cerebro reptiliano, esto es, aquella parte del cerebro que es común, en estructuras, a los reptiles. Pero la evolución ha hecho que el homo sapiens sapiens haya desarrollado desproporcionalmente la razón, de manera que hoy día estamos equipados con una potente estructura lógica, pero no hemos trabajado las emociones que vivimos. Así, muchas de las decisiones que tomamos las intentamos razonar sobre motivos emocionales que no entendemos y que en la mayoría de casos tememos.
Un sencillo ejemplo de esto lo encontraremos en cualquier charla coloquial, dos personas se encuentran, pueden hablar horas sobre sucesos, analizarlos, discutirlos, contrastarlos e incluso realizar comparaciones metafóricas para obtener nuevos puntos de vista. Pero cuando se pregunten qué tal, el que tenga problemas se limitará a decir "mal". Y lo más probable es que el otro asienta, dando a entender que entiende, ¿pero cómo puede ser que entienda con las infinitas posibilidades no enumeradas de emociones "negativas" vinculadas a la palabra "mal"? Como si vivir la culpa fuese similar a vivir la rabia...
Lo curioso del tema es que mucha gente está más preocupada por buscar "sentidos mágicos" que por analizar, entender y disfrutar los que ya tiene.
Para más información sobre las emociones, aquí tenéis lo que dice la wikipedia.