jueves, 25 de marzo de 2010

Dudas inamovibles

Un hombre tenía un problema muy grave y, para solucionarlo, decidió acudir a la consulta de un psicólogo cognitivo-conductista. El problema era sencillo, él creía que era un ratón, y desde que llegó a esa conclusión tenía mucho miedo a los gatos, ya que ellos se lo comerían.
El psicólogo era bueno, muy bueno, y se puso manos a la obra con este buen hombre.
Habló largamente con nuestro amigo e intentó buscar ideas ilógicas que se pudiesen desactivar, custionándolas con evidencias para que se diese cuenta que era una persona y no un ratón.
- ¿Camina usted a cuatro patas o camina erguido?
- Camino erguido.
- ¿Tiene usted lagos bigotes en el morro?
- No.
- ¿Sus orejas son proporcionalmente muy grandes o son las típicas de una persona?
- Son las típicas de una persona.
- ¿Vive usted en un piso o en una ratonera?
- Vivo en un piso.
- ¿Y todas estas respuestas que me ha dado son típicas de personas o de ratones?
- Son típicas de personas... Eso quiere decir que debo ser una persona.
- ¿Debe ser?
- ¡Soy una persona! ¡No soy un ratón!
- Felicidades, está usted curado.
- Es usted mejor psicólogo de lo que me habían dicho. Muchas gracias.
Nuestro hombre recoge su chaqueta, paga la consulta y se muestra muy contento, muy animado por lo que ha descubierto, pero, cuando llega a la puerta se detiene y se gira con una expresión que le indica al psicólogo que algo no anda bien.
- Perdone un momento. Ahora que lo pienso, lo importante no es que yo sepa que no soy un ratón, lo importante es que lo sepan los gatos ¿no le parece?