viernes, 3 de septiembre de 2010

Vivir con miedo

El miedo es una emoción básica y muy necesaria para la supervivencia. Simple. Eso no quiere decir en ningún caso que sea agradable. Estaremos todos de acuerdo que no lo es. Claro que pasar un poco de miedo con una película puede gustarnos, pero siempre desde la seguridad de la butaca del cine o del sillón de casa. Pero no es el mismo miedo. Eso es usar el miedo para generar endorfinas. Y no, no es lo mismo.
Pongamos un ejemplo. Si voy por la calle y veo a alguien que me quiere atacar, yo que nunca me he caracterizado por una genética valiente, tendré miedo. Eso preparará todo mi sistema esquelético y muscular para huir. Y sí, tendré miedo, pero me servirá para concentrar todos mis recursos en la huida, o en el caso de los más valientes, para afrontar el peligro con las máximas posibilidades de éxito.
La pregunta que nos podemos hacer es: ¿Existe algo peor que el miedo?
La respuesta es sí. Podemos tener miedo al miedo. ¿Esto que significa? ¿Se le ha ido la olla al psicólogo? No. En ocasiones dejamos que nos dominen las emociones secundarias, y eso no mueve a ninguna conducta, sino que bloquea cualquier posibilidad de reacción. Cuando dejamos que nos domine el miedo al miedo, estamos angustiados, dedicando todos nuestros recursos a la detección de cualquier "peligro" potencial que nos pueda asustar.
¿Cúal es la paradoja de esta situación? Que como lo que estamos buscando es indicadores de miedo, sólo vemos posibilidades de miedo en todo momento. Y conseguimos lo contrario de lo que nos proponíamos, nunca estaremos tranquilos porque siempre existe la posibilidad de que algo sea potencialmente peligroso en un futuro próximo o lejano. Y la duda es cruel, duele y no deja vivir.
¿Cómo se hace para vivir sin miedo? Esta es una pregunta muy habitual, casi podríamos decir que es la pregunta, el anhelo de la mayoría de nosotros. Incluso muchos lo refieren como "la gestión de la incertidumbre".
Una de las cosas que más me ha llamado la atención de las personas que viven con este miedo, es que la mayoría son personas luchadoras, que no se esconden ante los problemas, que se enfrentan a las crisis cuando estas llegan con la mejor actitud posible, que fracasan, pero que después del fracaso nunca pueden decir que no lo intentaron lo suficiente, y además, aprenden del error. ¿Por qué se han pre-ocupado tanto? Porque se olvidaron de su principal virtud. Que no se esconden ante los problemas. Y es simplemente eso, no hay que preocuparse tanto y hay que saber ocuparse más.