lunes, 25 de noviembre de 2013

Pon tus barbas a remojar

- ¿Qué es lo que te ha traído aquí?
- Supongo que ahora tengo claro que necesito ayuda.
- ¿Y cómo has llegado a esa Epifanía?
- He pensado mucho sobre las cosas que he hecho en mi vida, en los errores que he cometido y en las veces que no me he atrevido a dejarme ayudar por lo que me quieren. Como en esta ocasión no pueden ayudarme, he decidido que tendría que ser alguien de fuera... Y como de ti me hablaron bien...
- Ya veo... ¿Por qué ahora? ¿Qué hay diferente respecto a hace un año?
- Bueno, supongo que todo esta un poco peor que hace un año...
- ¿Por qué no te diste cuenta hace un año?
- Ya me lo decía mi mujer... Ella está haciendo terapia desde hace un año y medio y me decía que había cosas entre nosotros que no iban bien y que ella no me podía ayudar porque eran responsabilidad mía cambiarlas...
- ¿Por qué no te conmovió el aviso de tu mujer?
- Entonces no lo vi tan claro como ahora...
- Es una buena noticia que hayas percibido la necesidad de cambiar, pero creo que también es de vital importancia que me expliques el motivo que te lleva a moverte justo ahora... Porque parece que es un motivo muy poderoso, y no resultaría bueno que no lo compartas.
- ¿Por qué?
- Es difícil trabajar con los miedos de alguien si no te los explica claramente.
- ¿Cómo sabes que es miedo?
- Lo he supuesto. No hay fuerza impulsora al cambio que el miedo. En tu caso diría que es el miedo a perder algo...
- Tenemos una pareja con la que salimos frecuentemente, mejor dicho, salíamos, porque creo que poco saldremos ya. El caso es que es una pareja que muy parecida a nosotros. Tienen conflictos muy parecidos a los nuestros, por pequeñeces, por cosas sin importancia... Ella también está haciendo terapia, hace más tiempo que mi mujer, incluso van al a misma terapeuta... El caso es que todo el mundo cree que son la pareja perfecta, siempre encantadores, sonrientes, atentos... Pero el otro día me llama él y me dice que se separan. Yo no me lo esperaba, me quedé en shock. Él está destrozado, no entiende nada, pero dice que ella le ha dicho que no hay vuelta atrás, que no hay nada que hacer, que
Se ha cansado de decirle las cosas y ver que no hay cambios...
- ¿Y qué te hizo pensar eso?
- Que tal vez la situación de mi relación no es tan similar y puede ser que yo todavía tenga el tiempo que mi amigo no tiene para cambiar.
- Cuando las barbas de tu vecino veas cortar...
- Exacto. ¿Puedes ayudarme?
- No. Así no.
- ¿Por qué? Quiero cambiar. Necesito cambiar. Tengo miedo, tú lo has dicho.
- Sí, tienes miedo, pero para hacer terapia eso no es suficiente, se necesita saber hacia donde deseas que ese cambio te mueva. De lo contrario es como moverse dando palos de ciego, como un pollo sin cabeza...
- Entonces, ¿qué hago?
- Pensar. Deberías a analizar más en profundidad tu miedo y la responsabilidad de la situación que vives en pareja. La terapia no puede ser un sustituto del rol que desempeña tu mujer. Hasta ahora ella ha sido quien te ha ido señalando lo que no hacías bien, como una profesora infantil. El trabajo conmigo tiene que servirte para encontrar tu propio punto de apoyo y cambiar hacia donde te conviene...