domingo, 9 de noviembre de 2014

Fuerza de voluntad

- Felicidades. No es nada fácil lo que has conseguido...
- Gracias, pero la verdad es que me parece que no es para tanto. Al fin y al cabo lo que he hecho ha sido porque no me quedaba otro remedio.
- Creo que no te entiendo, o mejor dicho, prefiero no entenderte...
- ¿Por qué?
- Porque parece que lo que me estás diciendo son los últimos latigazos de tu anteriormente maltrecha autoestima. Parece que no quiere acabar de irse.
- No, yo la autoestima la tengo muy bien, me siento fuerte, estoy disfrutando de mi buen momento.
- Sí, no lo dudo, pero eres incapaz de atribuirte el mérito como te mereces.
- Bueno, pero es que hay diferentes clases de méritos, ¿no te parece?
- Te lo parece a ti. A mi no me convences. Vamos a ver, ¿por qué no tienes mérito en este caso?
- Hombre, lo podía haber hecho mucho antes, he dejado pasar mucho tiempo hasta que he reaccionado, y cuando lo he hecho ha sido porque no me quedaba más remedio. Si hubiese reaccionado antes...
- Si lo he entendido bien, tu demérito es que no has reaccionado hasta que no te quedaba más remedio, ¿no?
- Claro.
- Tu demérito se basa en haber aplicado la fuerza de voluntad, que es aquello que aplicamos cuando no nos queda más remedio, fuerzas o ganas, ¿verdad?
- Sí.
- ¿Por qué no lo hiciste antes?
- Porque no sabía qué hacer ni cómo hacerlo.
- ¿Quieres decir que no hubieses podido hacerlo?
- Sí. claro.
- Bien, pongamos un ejemplo a ver si me aclaro de tu falta de mérito. Vas en una barca y a dos kilometros de la costa se hunde. ¿Qué haces? ¿Esperas que te vengan a rescatar o te pones a nadar hacia la costa?
- Si he podido dar aviso me espero...
- Vale, das a aviso, te esperas un rato y no aparece nadie...
- Nado hacia la costa.
- Si llegas a la costa, ¿tiene mérito?
- ¡Y tanto que sí!
- ¿Por qué?
- ¿Cómo que por qué? Porqué habré nadado dos kilometros y me habré salvado.
- Siguiendo tu lógica aplastante de hace un momento no tiene mérito.
- ¿Por qué?
- Porqué no te quedaba más remedio...