jueves, 27 de agosto de 2015

¿Es peor dejar el alcohol que la quimioterapia?

- ¿Por qué estás incómodo?
- No me gusta lo que dices.
- ¿No te gusta que tenga solución?
- No me gusta la solución que propone.
- Es LA SOLUCIÓN.
- Pues mire, yo creo que debe haber otras que no me jodan.
- Bueno, no es una solución que implique hacer nada nuevo, sólo implica dejar de a hacer algo viejo y que entorpece...
- ¿Por qué tengo que dejar de beber? ¿Por qué a ella no le gusta? A quien tendría que importar es a mi, no a ella. Y me da igual los criterio esos que me comenta...
- Los criterios sirven como herramienta de reflexión, pero no me parece que estés muy deseoso de reflexionar.
- ¡Aquí quien no desea reflexionar es usted! Se conforma con lo evidente y no se dedica a buscar soluciones eficaces.
- Yo soy psicólogo, y en temas de adicciones lo que hay que hacer es eliminar la adicción para poder trabajar otras cosas. Si usted no quiere dejar su adicción no tiene sentido que hagamos terapia de pareja.
- ¿Por qué?
- Porque la adicción, sea la que sea tiene una función homeostática, es decir, hace que las cosas no cambien, y la terapia busca el cambio. No tiene sentido hacer dos cosas contrapuestas a la vez.
- No son contrapuestas, una es necesaria y la otra no. Yo no he venido a hablar de alcohol, he venido a hablar de lo mal que va mi pareja.
- Mire, si yo fuese oncólogo usted vendría para hablarme de un dolor de cabeza y yo le diría que usted tiene un tumor. No es una noticia agradable de recibir, lo sé, pero la buena noticia que le daría es que su tumor es pequeño, localizado y operable. Además con un tratamiento de quimioterapia usted quedaría curado. Pero usted me diría que no ha venido a hablar de tumores, que a usted le duele la cabeza y que si yo fuese un oncólogo bueno de verdad no le curaría con una operación y quimioterapia, me diría que si yo soy bueno de verdad le curaría con reiki.
- ¿Y?
- Que en su caso la quimio es dejar el alcohol. O seguir con sus problemas de pareja.
- O sea, ¿que no me puede ayudar?
- No, no le puedo ayudar en los términos y en las condiciones que usted me impone. Dejar el alcohol, y más a los niveles que usted consume, no sólo es necesario, es imprescindible.
- Y dale...
- Mire, yo no le voy a engañar. Si usted quiere ser engañado hay muchos psicólogos que con mejor o peor intención harán la terapia en los términos que usted impone. Yo no. ¿Sabe por qué? Porque no funcionará y no quiero que venga usted un día a decirme que la terapia no funciona. Para hacerlo mal, ya lo hace usted, no me necesita a mi.
- ¡Pues muchas gracias!
- De nada. Ya sabe dónde encontrarme si cambia de opinión.